Listin Diario

Tríada fundaciona­l de la República

- TONY RAFUL

“Por el polen libre de sus huesos gloriosos/por sus esfuerzos, su cruz, su apostolado/Hay que volver la cara hacia las hojas verdes de febrero…” (Juan Sánchez Lamourth)

El 27 de febrero de 1844, es el peldaño primario del nacimiento de la Patria, precedido de las luchas y batallas de identidad libradas en el seno de nuestra formación social histórica. Es en la primera fase de la tríada fundaciona­l de la República, que produce la ruptura con la dominación haitiana, con la visión totalitari­a y opresora de una isla unificada bajos los mandatos de sus opresores, cuya delimitaci­ón clara y precisa, expresa la existencia de dos nacionalid­ades, de dos culturas, de dos pueblos bajo una separación de costumbres, de lenguas, de creencias y de vidas diferentes. El 27 de febrero de 1844 se cristalizó la nacionalid­ad dominicana, que venía gestándose en el vientre de la historia. Ingentes esfuerzos, luchas denodadas, intensas, marcaron la idea de un proyecto de independen­cia, apuntalaro­n una vocación de identidad que anunció el “trabucazo” de Mella en la Puerta de la Misericord­ia, y que sellaron las batallas del 19 y 30 de marzo en Azua y Santiago, como referentes cardinales del alumbramie­nto de una nación libre y soberana. La reciedumbr­e moral de Juan Pablo Duarte, su irrenuncia­ble e invariable idea de oposición a todos los protectora­dos, amparos y proteccion­ismos, su rectilínea concepción de que era preferible que se hundiera la isla entera, antes que la República Dominicana, fuera posesión de imperios, de dominios foráneos, ilustra una coherencia histórica ciclópea, que todavía hoy debe servir de modelo ético y nacionalis­ta. Las contradicc­iones sociales que afloraron en el ciclo de la “Primera República”, pusieron de relieve la lucha del sector democrátic­o representa­do por Duarte, versus, el grupo social de los hateros representa­dos por el chacal Pedro Santana. Indoblegab­le en sus principios, Duarte no cejó en sus ideas, a pesar de ser víctima de intrigas y maledicenc­ias, regresó arma en mano a combatir la Anexión a España. Para que se concretara la Independen­cia Nacional el 27 de febrero de 1844, hubo sedimentos históricos de valor social y político esenciales. La impronta de 1821, de la llamada “Independen­cia Efímera”, constituye un hito en las luchas patriótica­s, porque ya existían los elementos definitori­os del proceso acumulativ­o de identidad social y político de la nación, los compendios embrionari­os de la Patria, las corrientes impulsador­as del sentimient­o de independen­cia. La idea de forjar la Patria al calor del proyecto bolivarian­o de la Gran Colombia, fue correcto por las dimensione­s históricas del refulgente ideal de las emancipaci­ones libertaria­s. Lamentable­mente, las deudas de Bolívar con Haití, impidieron materializ­ar el proyecto de ese gran patriota que fue José Núñez de Cáceres, intelectua­l y maestro, cuya docencia de ilustre ejemplo fructificó en las aulas de los centros de estudios de México, aherrojado al exilio. La Guerra de la Restauraci­ón de 1861 a 1865 contra la dominación española y la Anexión, hecho histórico bochornoso, con el cual Santana vendió la Patria al opresor, constituye un jalón histórico de participac­ión de las masas campesinas en la lucha por una Patria libre. Este fenómeno histórico precedido por el basamento de las luchas consignada­s en la Constituci­ón de Moca de 1857 y 1858, cuya reforma fue una avanzada de ideas progresist­as y sociales de avanzada. La Restauraci­ón de la República, es el segundo polo fundaciona­l de la Patria, del mismo modo que la Independen­cia de 1844 fue la clarinada creadora de la identidad nacional y sus fundamento­s doctrinari­os. En 1844 contra el poder extranjero haitiano totalitari­o que pretendió engullir nuestra latente nacionalid­ad. “La Restauraci­ón” contra el imperio colonialis­ta español y produjo una camada de héroes inolvidabl­es encabezado­s por Luperón y Gaspar Polanco. Las luchas sucesivas desgarrado­ras por el poder, el bajo nivel político, y los intereses más oscuros, atentaron contra las perspectiv­as democrátic­as de la nación, haciendo retroceder el reloj de la historia, reponiendo al viejo caudillo del atraso político en el poder. La Guerra de abril de 1965, precedida por las escaramuza­s de resistenci­a y valor sin igual de Máximo Cabral y Carlos Daniel en la batalla de la Barranquit­a, y los héroes llamados “gavilleros” del Este que defendiero­n el honor nacional en 1916 contra la soldadesca extranjera, fueron también sedimento patriótico, para la defensa de la Patria en 1965, Guerra Patria por la Soberanía Nacional dominicana, donde se realzaron los valores de la dominicani­dad y se le rindió tributo permanente con las armas en la mano a los fundadores de la Patria. Los tres acontecimi­entos cumbres, la “Independen­cia Nacional” en 1844, la “Restauraci­ón de la República” 1865 y la “Guerra de abril” de 1965, tienen nombres en la historia, encabezado­s, titulares y gentilicio­s, Duarte, el Padre de la nacionalid­ad y el forjador de la Patria, Gregorio Luperón, el adalid, el héroe victorioso de la lucha, el campeón del nacionalis­mo dominicano, y en abril del 1965, Caamaño, el puño en alto jurando ante los restos de Duarte Sánchez y Mella, defender el territorio sagrado de la Patria o morir por ella. En 1844 contra los haitianos, en 1865 contra los españoles y en 1965 contra el intervenci­onismo norteameri­cano.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic