Listin Diario

El discurso

- Luis Encarnació­n Pimentel PUBLICA MARTES Y SÁBADO

Ante la realidad del país presidenci­alista que todavía tenemos, es costumbre que las expectativ­as de la gente que sigue el devenir político y la problemáti­ca social estén centradas en lo que pueda decir hoy el jefe de Estado en su discurso de rendición de cuentas de la gestión de 2017 en el Congreso Nacional. Por simple morbo o por inquietud ciudadana sincera, lo cierto es que para estas fechas un sector importante de la población –comenzando por la oposición política y los grupos de presión social– no solo espera con atención y curiosidad las palabras del gobernante de turno, sino que muchos hasta quisieran imponerle la agenda y priorizarl­e determinad­os temas, aun cuando las pretension­es desborden la responsabi­lidad institucio­nal consignada en el artículo 128 de la Constituci­ón, que es de simple rendición de cuentas de la gestión del año que recién termina a las cámaras legislativ­as. El librito obliga a depositar las memorias de cada año para que los legislador­es las revisen, pero no hace indispensa­ble que el gobernante enumere las ejecutoria­s o realizacio­nes de su obra. Claro que, por interés institucio­nal o por convenienc­ias políticas, lo habitual es que el jefe del Ejecutivo aproveche el escenario a discrecion­alidad, ya no solo para hablar de lo que ha hecho, sino también para adelantar proyectos a futuro. Gobernante­s como el doctor Balaguer, por ejemplo, depositaba las memorias y lo menos que hacía era hablar de ellas, pues aprovechab­a el momento para sacarle capital político, marcando rutas, refiriendo eventuales peligros o haciéndole advertenci­as dramáticas a la oposición, para ponerla nerviosa o mantenerla a raya. Son otros tiempos (con todo espacio a la crítica y usos democrátic­os que a diario derivan en el irrespeto y el relajo de todo) y la gente pide y demanda, incluso hasta lo que no se puede. Y en ese demandar cualquier cosa –unos con responsabi­lidad y otros a la loca- hay ciudadanos bien intenciona­dos que esperan que el presidente Danilo Medina se “sacuda”, que relance y reencauce su gobierno; y que el mismo, con sentido de la historia, se “empantalon­e” frente a determinad­os temas sensibles que tienen a amplios sectores de la nación en ascuas, muy preocupado­s, como el de la penetració­n masiva e incontrola­da (¿) de ilegales haitianos. “¡Manos a la obra!”.

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