¡Gracias!
No hay puerta que no abra la gratitud. Es como una caja de pandora que cuando se destapa sale de ella un arcoíris, un arsenal de colores lleno de muchas posibilidades. A mi entender, genera en el ambiente una energía de felicidad y bienestar, incluso siento que impregna un poder de transformación personal y universal. Me encanta agradecer, recientemente alguien me dijo: “no tienes que darme tanto las gracias porque ese favor, lo hacía con mucho gusto”; sin embargo, particularmente, el hecho de que alguien haga algo por mí de manera espontáneamente o por un pedido es muy significativo. Según lo publicado por la Asociación Americana de Psicología (APA), el sencillo acto de reconocernos a nosotros mismos y a los demás, y dar gracias por los aspectos positivos de la vida, ofrece una mejoría mental, capaz de prevenir hasta problemas cardíacos. El autor de esta investigación es un médico llamado Paul J. Mills, de la Universidad de California en San Diego, llegó a la conclusión de que, las personas quienes realizan actos de gratitud mejoran sus posibilidades de tener menos inflamación, ayuda al ánimo y mejora la calidad del sueño. Para Mills la gratitud como actitud vital implica notar y apreciar los aspectos positivos de la vida. Puede sentirse hacia una fuente externa (por ejemplo, un animal de compañía, otra persona o una entidad no humana, como Dios).
Explica que es comúnmente un aspecto de la espiritualidad, debido a que se demostró que las personas que se consideraban más espirituales tenían mayor bienestar general, incluida la salud física. Mills y sus colegas decidieron analizar tanto el papel de la espiritualidad como el de la gratitud en determinados marcadores de salud de los pacientes. Buscando en las redes leí sobre los factores que limitan el valor del agradecimiento: Nuestro estado emocional, según lo positivo o negativo que nos levantemos cada mañana, va a depender que sepamos distinguir la acción de los demás de manera positiva.
Otro punto importante es la rutina de cada día, que a veces nos ciega de tal manera que nuestros días se vuelven iguales y no nos deja ver emociones nuevas o pequeños detalles. También no vivir centrado en el aquí y en el ahora, es decir, no disfrutar el presente. Utilizar diariamente un lenguaje pesimista y negativo y cimentar nuestra forma de vida en la queja, cuanto más te quejas más estancado te quedas.
Lao Tse escribió: El agradecimiento es la memoria del corazón. Así que aprovecho querido lector y lectora por tomarse este tiempo para leer mi columna. ¡Gracias totales!