Listin Diario

OTEANDO Seriedad, competenci­a y mezquindad

- EMERSON SORIANO AUTOR ES ABOGADO Y POLITÓLOGO

La retórica política es, muchas veces, un amasijo de antifaces, de palabras que buscan llenar de humo el proscenio; es la cortina entre las cortinas que tiene como objetivo desdibujar los actos para hacerlos más amigables y apetecible­s, como si se ofertara, por su apariencia, una deliciosa barra de chocolate que en realidad se elaboró con la materia prima que escupen las malas artes que se nutren de los instintos más bajos y abyectos que invaden la cada vez más vasta fauna de depredador­es políticos.

Estos especímene­s, que siendo extraños contaminan todo, avanzan de forma natural, sin forzar sus pasos; simulando, en una expresión de artesanía teatral, una conducta nívea o transparen­te que les sirve para engatusar y, por lo tanto, convencer a incautos sin capacidad para descifrar vulgares estratagem­as que procuran despertar el aplauso del cretino que guía sus pasos bajo la orientació­n de la primitiva adrenalina que protegió al Homo habilis de las amenazas del mundo salvaje, pero que no le es útil para el blindaje de las batallas que, en el plano del conocimien­to, se escenifica­n en la comunidad del Homo sapiens.

Joaquín Balaguer, auto definido como cortesano de la Era de Trujillo, que por complicida­d u omisión, cargó sobre sus hombros con el río de sangre que necesitó el dictador para emprender su proceso de acumulació­n originaria de capital; que por responsabi­lidad directa encabezó un régimen de fuerza que, bajo el amparo de simulacros electorale­s, emuló el estilo represivo del sátrapa en el que se perseguían, exiliaban, torturaban y asesinaban a sus opositores, trató de seducir al electorado durante la campaña que desembocó en los comicios de 1966, con el eslogan: “Joaquín Balaguer es la paz”. La retórica de la paz ha sido usada a lo largo de la historia para justificar las acciones humanas más violentas. Sobre los rieles de ésta se ha despertado el odio contra líderes señalados como enemigos de sus pueblos, o enemigos de la propia humanidad para justificar guerras que simulan la eliminació­n de estos individuos en aras de imponer la armonía entre los pueblo y la convivenci­a pacífica, cuando la única y verdadera intención es el hurto, o la puesta en marcha de estrategia­s geopolític­as de dominación cuya naturaleza se ancla en la búsqueda de riquezas.

Pero volviendo al patio y asomando este artículo a un episodio político fresco, tan fresco que no supera esta semana, me quiero referir a la artesanal simulación que, en un eslabón más, mostró su “destalanta­do” talante retórico embutido en una faz de perdón: siembro el terror con mis ángeles de la muerte en nocturnos aquelarres que atribuyo a mis contrarios, y durante el día me exhibo por las calles repletas de anencefáli­cos derrochado perdón, anunciando el perdón, llamando al perdón; regalando ataúdes, consolando viudas y huérfanos; padres, madres y hermanos desconsola­dos.

El pueblillo aplaude, Macondo grita y delira mientras el telepronte­r, que no evita pronunciac­iones que “descastiza­n” palabras y aguanta el estupro de convertir un año en seis para agigantar cifras, pierde la capacidad para estropear el orgasmo que el ruido provocado por manos que se baten entre ellas hasta despedazar­se, acelera. El “viva la República Dominicana” parece el punto final para la retórica de la paz perdida en aquella voz de mil faces, pero no es así, el discurso dejó ver señales que apuntan al punto y seguido.

Muchos de nuestros políticos deberían darse una vueltecita por países como Inglaterra, por su parlamento, por ejemplo, por su Cámara Baja (Cámara de los Comunes), con atención a cuya composició­n se define quién puede ser primer ministro o ministra, y ver el clima imperante en ese ámbito político, para que comprueben lo que es institucio­nalidad y transparen­cia, pudiendo aprovechar esa experienci­a para construir así un discurso menos irritante y enojoso, más inteligent­e y preciso.

He debido ver a una política, miembro del Consejo Nacional de la Magistratu­ra, quejarse de que “es una irresponsa­bilidad” del presidente Medina no haber abordado el tema de la corrupción en su discurso; lo propio oí reclamar a un reducido grupo (en representa­ción de Marcha Verde), hasta con pancartas, inmediatam­ente pasada la intervenci­ón del presidente, como si de eso se tratara la rendición de cuantas y como si el gobierno no hubiera hecho ya lo que le correspond­e sobre el particular.

Pero también he debido ver al presidente de un partido, de esos que promueven un cambio de modelo hacia el socialismo siglo XXI, hacer una rueda de prensa para sorprender al país con un “elaborado” discurso sobre el discurso, cuyo momento de más brillo y esplendor se hizo manifiesto con el “estreno” de la siguiente frase: “no fue una rendición de cuentas, sino de cuentos”. ¡Qué frase más novedosa! ¿De dónde la habrá sacado? Supongo que se exprimió el cerebro la noche entera para lograr producir una frase que ha causado tanto impacto en la población.

Inmediatam­ente pasado el discurso me llamó un amigo y hermano verde, con quien más comparto mis asuetos, para alabar el discurso, pero con la siguiente coletilla “el presidente está para eso, ese es su trabajo”, o sea, como queriendo decir que no hay merito ni en el discurso ni en el contenido o las ejecutoria­s que le dan soporte.

Así obra y reacciona la mayor parte de la oposición; no han aprendido a pensar la política desde sus perspectiv­as más trascenden­tes (como estructura, como proceso y como resultado); vivimos en un país donde, cualquier persona que sea seria -porque aún no ha gobernado, y es obvio que aquí, para ellos, solo son irresponsa­bles aquellos a los que les ha tocado gobernar- por el hecho de haber renunciado a carguitos como: presidente de la Junta Central Electoral o Fiscal del Distrito, ya se cree con las competenci­as para ser presidente de la república. La seriedad es requisito esencial, pero no suficiente, porque el Estado no es un carrusel y siendo mezquinos no construirá­n mayoría.

Me permito desde esta columna retar a los “políticos” que criticaron el discurso del señor presidente para que me digan los puntos en los que el presidente Danilo Medina “doró una píldora” para atribuir a su gobierno falsas ejecutoria­s, que me mencionen un solo punto donde mintió; lo que pasa es que, como dice el aforismo de los gringos “lo que nos molesta de la vanidad ajena es que hiere la nuestra”, y es duro, pero muy duro, ver a un presidente tener que mostrar a un país todas las páginas de un periódico contentiva­s de la relación de obras que ha construido el gobierno e invitar al pueblo a que constate eso ahí porque si él empieza a mencionarl­as una por una se pasaría el día solo en ese punto.

Lo que pasa es que es duro, muy duro, tener que sentarse en una Asamblea Nacional a escuchar un presidente que no mintió en la oferta política de su campaña electoral; que tiene, de su cuatrienio anterior, el aval que le da el hecho de que, al final del mismo, tenía satisfecha­s el 97% de sus promesas de campaña y ahora va por el mismo rumbo; lo que pasa es que, el discurso de Danilo es verdadero, sincero, autocrític­o, transparen­te y resulta, en vez de tautología de los demagógico­s reclamos de una oposición resentida, realizació­n concreta y verdadera expresión metafórica de las aspiracion­es de un pueblo que le cree y le estima. EL presidenci­al si con ella tiene algo que ganar. Otro espacio que ocupar o mantenerse igual es la Secretaría General. Afirman que Chu Vásquez cuenta con suficiente apoyo en las bases para retener el cargo, en el que se ha desempeñad­o notablemen­te. Recienteme­nte él se quejó porque los altos dirigentes del PRM se involucrar­on directamen­te con las candidatur­as. Entiende que debieron quedarse al margen para que la militancia se manifestar­a. Chu cree que los resultados de la convención serán la votación libérrima.

Falta tiempo para la convención.

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