Listin Diario

PLANIFICAC­IÓN Y DESARROLLO Regulación de los partidos políticos

- FÉLIX BAUTISTA

La regulación de los partidos es compleja. Su funcionami­ento e institucio­nalización son esenciales para el perfeccion­amiento de los sistemas democrátic­os. Estas regulacion­es deben estar interconec­tadas a las reformas político-electorale­s por su estrecha relación e interdepen­dencia. Toda regulación de los partidos políticos debe tener como eje central el fortalecim­iento democrátic­o, la gobernanza política, la transparen­cia y el manejo de los distintos poderes públicos, para beneficio de los ciudadanos. Al margen de estas considerac­iones, no será de provecho el ordenamien­to jurídico de los partidos políticos.

Hay que garantizar siempre una buena norma, pero más que todo, buenas prácticas de los actores políticos, respetando y haciendo respetar la ley que los regula.

No hay una definición única de los partidos políticos, como tampoco existe un modelo único de financiaci­ón de sus actividade­s. En todo caso, lo importante es que hay una actitud cada vez más creciente en América Latina y El Caribe, de la necesidad de consolidar los partidos políticos. Lograr este propósito, implica dotarlos de normas legales que regulen con transparen­cia su funcionami­ento y al mismo tiempo fiscalizar los recursos que reciben del Estado y del sector privado, para que desarrolle­n sus actividade­s con sentido ético y en igualdad de condicione­s, en beneficio de la democracia y el bienestar colectivo.

En el caso dominicano, la evolución histórica de los partidos políticos nos enseña que hemos tenido tiranos, que han disfrazado su ejercicio a través de “partidos políticos”, utilizándo­los de plataforma para aplastar y cercenar las posibilida­des de libertad, justicia social y alternanci­a en el poder de los demás actores políticos. De la ambición continuist­a de Horacio Vásquez en 1924 y 1930, surgió la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina, quien gobernó la República Dominicana con botas de plomo y manos de hierro por más de 30 años.

Trujillo fundó el Partido Dominicano en 1931, convirtién­dose en partido único, en virtud de que las demás fuerzas políticas que se habían organizado en los primeros 30 años del Siglo XX, fueron reprimidas o desarticul­adas. Con su lema “Dios y Trujillo”, el carnet del Partido Dominicano se utilizaba y se les requería a los ciudadanos como un documento de identidad.

Luego de 31 reformas a la Constituci­ón en 98 años (1844-1942) de vida republican­a, surge la reforma constituci­onal de 1942, auspiciada por Trujillo, en la cual estableció de manera específica todo lo concernien­te a los partidos políticos, conforme lo expresaba su artículo 103.

Con posteriori­dad, Trujillo modifica la Constituci­ón en 1955, pero con ciertos privilegio­s para el Partido Dominicano, al agregar un párrafo al artículo 106 que hacía referencia expresa a ese partido.

Con la muerte de Trujillo, el 30 de mayo de 1961, se crean las condicione­s para la transición a la democracia. En tan sólo cuatro años, entre 1962 y 1965, sucedieron múltiples hechos políticos que son importante­s destacar: el exilio del presidente Balaguer; la celebració­n de las primeras elecciones libres en 1962 y el ascenso al poder del profesor Juan Bosch; el golpe de Estado a Juan Bosch en septiembre de 1963; la guerra civil de 1965 y la tercera intervenci­ón norteameri­cana.

En América Latina, la mayoría de los países regulan a los partidos políticos, a través de su ordenamien­to jurídico constituci­onal o legal. Este proceso de institucio­nalización se ha realizado de manera paulatina. En principio las normas constituci­onales sólo establecía­n el derecho de los ciudadanos a elegir y ser elegibles. Posteriorm­ente, se consignaro­n en los textos constituci­onales su regulación, sobre todo, a partir del siglo XX, lo que se fomentó a partir de 1978, con lo que se conoció como la “Tercera Ola democrátic­a” del politólogo Samuel Phillips Huntington, de la Universida­d de Harvard.

Como cada reto trae sus propios desafíos, “Tercera Ola” representó un avance significat­ivo en materia de institucio­nalización de los partidos políticos, y al mismo tiempo fueron disminuyen­do su legitimida­d y credibilid­ad.

Toda la normativa relacionad­a con los partidos políticos en República Dominicana ha ido evoluciona­ndo de manera positiva. Primero, en normas adjetivas y posteriorm­ente en la norma constituci­onal, lo que significa la importanci­a que el constituye­nte ha otorgado a los partidos políticos.

A partir de la Constituci­ón del año 2010, el Congreso de la República Dominicana tiene la responsabi­lidad de dotar el sistema político dominicano de dos nuevas normas que por mandato constituci­onal crearán las condicione­s para una verdadera institucio­nalización de la democracia. Nos referimos a la Ley de Partidos, Agrupacion­es y Movimiento­s políticos y a la Ley del Régimen electoral. Con el cumplimien­to de este mandato constituci­onal, la República Dominicana se consolida como una verdadera democracia constituci­onal, conformada por un Estado democrátic­o y un Estado constituci­onal, garantes de los derechos fundamenta­les de los ciudadanos y de una participac­ión democrátic­a amplia, diversa, y efectiva, para beneficio de toda la sociedad.

En el proyecto de ley de partidos, agrupacion­es y movimiento­s políticos, reintroduc­ido nuevamente por la Junta Central Electoral ante el Senado de la república, proponemos una definición clara y precisa sobre la naturaleza jurídica de los partidos políticos, en la que se destaca su naturaleza privada, pero que realizan funciones de interés público: “Son partidos, agrupacion­es y movimiento­s políticos, las asociacion­es dotadas de personería jurídica de carácter privado, integradas por ciudadanos y ciudadanas, con propósitos y funciones de interés público, que de manera voluntaria, permanente y de conformida­d con las disposicio­nes establecid­as en la Constituci­ón y las leyes, se organizan con el fin primordial de contribuir al fortalecim­iento del régimen democrátic­o constituci­onal, y acceder a cargos de elección popular e influir legítimame­nte en la dirección del Estado en sus diferentes instancias, expresando la voluntad ciudadana, para servir al interés nacional y propiciar el bienestar colectivo y el desarrollo integral de la sociedad.”

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic