Guloya, el teatro
“…Nuestro éxito más auténtico ha consistido en la fidelidad de un sueño. Unas veces cansados, las más de las veces guiados por un impetuoso espíritu de necedad que se convierte en realidad".
La vida es una sucesión de coincidencias inesperadas. Sin esas coincidencias (o esos encuentros gozosos como quieras llamarlo), no se hubieran producido, posiblemente yo no hubiera conocido a los Guloyas. Gracias a la teatróloga Vivían Tavares Martínez, directora de la revista teatral Conjunto de Cuba. Fue ella quien me los presentó.
De modo que me limitaré a hablar de cuatro de sus propuestas. Y lo haré desde mi punto de vista crítico, pero también desde el sentimiento de proximidad que me provoca su teatro.
“Nuestra Señora de la Nubes” es una interesante pieza, que atrapa, por lo minimalista de su puesta en escena.
Los actores son un completo acierto: Viena González y Claudio Rivera, ambos interiorizan con gran intuición a unos personajes agudos, complejos, humanos, ingenuos y apasionados. Es una bella metáfora de la vida, escrita por Arístides Vargas. “Todo está bien”, escrita y dirigida por Claudio Rivera. Indaga en la condición humana.
En una típica familia dominicana sumergida en un melodrama burlesco en formato de reality show televisado -es el programa número uno de la televisión caribeñael cual se va desmontando constantemente para subir la audiencia. Pero conforme avanza el programa Todo está bien, se asoma algo: no todo está bien. Es la revelación de una sociedad con valores hechos añicos y una televisión nacional que promueve antivalores. ¡Toma nota!
“La peste de estos días”, de Ángelo Valenzuela, bajo la dirección de Claudio Rivera. Es un ataque austero y exterior a esa peste diaria que se vive en la sociedad dominicana (y quizá en toda Latinoamérica), y, a todo cuanto a ella representa: sus crisis, economía, realidad e idiosincrasia. Pero no olvidemos que la injusticia en que viven los pobres, es la mayor desgracia de la sociedad. Ahí está la verdadera raíz de la peste de estos días.
“La vida es sueño”, del autor español Pedro Calderón de la Barca, y resolución de puesta en escena y versión adaptada por Claudio Rivera hizo que, el teatro cuestione y genere su aguda inflexión en la vida.
Salí de la sala Otto Coro del Teatro Guloya, con una invitación al teatro que, genera gozo estético y placer artístico, se agradece el riesgo, pero también hubiese agradecido que el texto estuviera al favor de la puesta y no en función del público, y así quizás el director podría haber hecho una adaptación del texto clásico en función a los tiempos, y, a las necesidades del espectador actual.
Creo oportuno concluir, recogiendo las palabras del mismo Rivera cuando dice: “…Nuestro éxito más auténtico ha consistido en la fidelidad de un sueño. Unas veces cansados, las más de las veces guiados por un impetuoso espíritu de necedad que convierte en realidad toda manera de gozo, celebramos el teatro, insistimos en preguntarle a nuestros espectadores… - ¿Volvemos a comenzar?”