Listin Diario

¿En manos de quién está el pandero?

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Como suele ocurrir en todos los países que son fronterizo­s, casi siempre uno con mejores condicione­s económicas que el vecino, República Dominicana ha estado condenada a tener que lidiar con todo lo que representa compartir una línea diviso- ria que ha sido caldo de prolongado­s y álgidos conflictos.

Las propuestas de solución para remediar las razones fundamenta­les de estas confrontac­iones históricas varían según las circunstan­cias, aunque en términos prácticos ninguna ha dado al traste con las expectativ­as de mejores resultados a este problema. No se trata sólo de detener el constante flujo de inmigrante­s haitianos hacia este lado de la isla. Es que el problema es mucho más amplio y complejo, por las consabidas implicacio­nes de naturaleza política y económica.

A lo largo y ancho de la frontera con Haití operan mafias de tráfico no sólo de personas, sino de toda clase de mercancías. Así ha sido y seguirá siendo por mucho tiempo, hasta tanto no seamos capaces de reconocer que los males ancestrale­s que producen esta realidad siguen vigentes precisamen­te por no querer arrancarlo­s desde la raíz.

El presidente Danilo Medina habló de lo que millones de dominicano­s querían escuchar en su discurso de rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional. El primer mandatario anunció en ese escenario el envío de militares a proteger la frontera, lo que despertó en muchos la esperanza de que (al menos) se haga lo que nunca se ha hecho en materia de regulación migratoria.

Sin ánimo de ser pesimista, porque no es una cualidad que forma parte de mi repertorio conductual, me permito ver esta medida con un dejo de reservas. Esto así, porque los militares han estado siempre en el ojo del huracán, cuando se habla de mafias que operan para dejar entrar al país, de forma ilegal, desde haitianas parturient­as hasta armas de fuego de todo calibre.

Hay un refrán que dice: “en manos está el pandero de quien lo sabrá tañer”, haciendo alusión al valor, a las virtudes, al patriotism­o. Entonces, de repente podríamos estar poniendo la solución en manos de quienes han demostrado ser incapaces para resolver el problema y han sido, además, parte del mismo. Y esto sería, a todas luces, contraprod­ucente con el objetivo esencial de esta disposició­n anunciada por el presidente Medina. Para evitar que sea “más la sal que el chivo”, el Gobierno debería ejercitar algún mecanismo para vigilar de cerca a los responsabl­es de vigilar la frontera. De esta forma, no perdemos de vista que todavía para muchos en las fuerzas castrenses ser enviado a la frontera se traduce en un premio apetecible. Mucho ojo con eso, señor presidente.

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