Listin Diario

Vergüenza ajena

- PUBLICA LOS JUEVES ADOLFO VALENZUELA Para comunicars­e con el autor adolfo.valenzuela@listindiar­io.com

La muerte de un hijo o hija, sin importar la edad, marca a la familia. La muerte de un niño o niña en manos de adultos, marca aún más y a las sociedades en las que tiene lugar el crimen.

El vacío se queda para siempre y no importa que se trate de compesar o superar la tragedia... la realidad golpea de frente y el olvido nunca llega. Lo del perdón hay que dejárselo a cada persona en particular.

Por vergonzoso que parezca, República Dominicana se ha visto mencionada, y no precisamen­te por una atractiva publicidad turística, sino por dos acciones horrendas en contra de infantes.

El primer caso sucedió en Ciudad de Nueva York, donde la mucama Joselyn Ortega asesinó a dos niños, Leo, de un año, y Lucía, de 6, en un apartament­o de Manhattan, en octubre de 2012. El segundo caso, más reciente, involucra a Ana Julia Quezada, quien golpeó con la parte no filosa de un hacha y luego asfixió a Gabriel Cruz, de 8 años, el 27 de febrero de este año. El cuerpo apareció en 11 de marzo, cuando la policía de Almería le tendió una trampa a la sospechosa número uno. No se pueden evitar los comentario­s racistas, no se pueden evitar los dedos que te señalan, no se puede evitar que el dolor y la rabia causen ofensas hacia determinad­as nacionalid­ades, no se puede evitar el prejuicio...

En el caso de Nueva York, Ortega expresó que mató a los niños porque estaba enojada con los padres, Kevin y Marina Krim, porque la maltrataba­n, le negaban dinero cuando ello necesitaba, obligarla a limpiar el apartament­o, aparte de no aumentarle el salario.

El chico amante de los peces le dijo a Ana Julia que ella no era su madre, que no le mandara y que no quería verla nunca más...

¿Eran esas razones suficiente­s para asesinarle­s? Hay que tener un alma muy enferma o una mente desequilib­rada.

Tratar de buscar una razón lo suficiente­mente válida como para justificar las acciones, se pierde en el raciocinio de la gente.

Hoy debemos quitarnos el sombrero ante la madre española de Gabriel, Patricia Ramírez, quien, en medio de su dolor, expresó su agradecimi­ento a todo el mundo por los mensajes de cariño. “Que se olviden de esa mujer y que no se extienda la rabia que ha sembrado”. Así sea.

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