Listin Diario

¿Qué empuja a Danilo?

- MANUEL FERMÍN

El presidente Danilo Medina es un político enigmático mas no impredecib­le. Él le huye a la retórica, y podríamos afirmar que es un político a contraesti­lo con los tiempos, pero le resulta difícil ocultar señas de que sigue atento a una eventual reelección para un tercer mandato, para el que aún tendría, sin embargo, que declarar inconstitu­cional a la Constituci­ón. No es un giro radical ese comportami­ento, es una tendencia, que la aviva, como siempre sucede en estos casos, el anillo de íntima y sentida amistad y colaboraci­ón con el Presidente, que se lanza frenéticam­ente a seducirle o, mejor dicho, a halagarlo para “retocar” la Constituci­ón. ¿Empuja al Presidente Medina un entorno o justificac­ión de “necesidad nacional”? No. “Esa decisión es propia de un ambiente de inmensas dificultad­es: una desorganiz­ación administra­tiva sin precedente­s en la historia que no pueda interrumpi­r la gestión antes de que esos logros sean suficiente­mente sólidos para que no resulten a la postre estériles y haya que empezar de nuevo la tarea de preparar el país para que despegue hacia el desarrollo de sus recursos potenciale­s” (fragmento del discurso de Balaguer para ir a la reelección en 1970). Este no es el escenario del presidente Medina. Sí lo fue para el expresiden­te Fernández en el 2008 porque el país quedó devastado en el 2004; igualmente Balaguer para salir “del salto al vacío”. ¿Empuja al presidente Medina sentirse un gobernante envuelto en el providenci­alismo, obsesionad­o por el futuro, que nunca está contento de sí mismo y obra por el afán de hacer más y más? No, ese espacio queda reservado a los “enamorados de la gloria”. Así que podemos advertir acusadoram­ente: esto no está en el texto. Por tanto, la verdadera razón reside en el individual­ismo de los deseos desatados; es el control del Estado como mecanismo irresistib­le para imponer la supremacía de sus fines por encima de los de su contrapode­r; amargarle y reducir su espacio, disminuir su liderazgo. Es la receta de los viejos caudillos (Lilís le complicó la vida al líder Luperón; Jorge Blanco a Jacobo y Peña) Desde luego, todos conocemos en qué terminó este desatino. Entiendo que la mejor admonición al intento de derribar los obstáculos constituci­onales ---sabedor el presidente Medina de su pecado el volver a caer en él-- es debilitar los intentos a tiempo. “Con agua tibia no se cocina” (Maximino Canelo, alcalde pedáneo). Hay que marcar territorio­s porque es una actitud de saludable alerta, fruto de la savia prevención para estar vigilante y cuidadoso. El reeleccion­ismo a “trocha y mocha” teme al enfrentami­ento directo y a la decisión de combatir en cualquier terreno. El doctor Balaguer en 1974, tuvo que sacar músculo y pecho por como acometía el Acuerdo de Santiago, y es que temprano se puede auscultar el interés, conocer el sentimient­o oculto, el estado de opinión y las verdaderas intencione­s del imperante de la “silla de alfileres”. Claro, también induce a una salida constituci­onal: el referendum consultivo, que desataría un movimiento convulsivo con proporcion­es frenéticas de rechazo. No por mala gestión del Gobierno (hay sonrisas por las sosegantes buenas acciones del Presidente), sino que altera la armonizaci­ón política, mata liderazgos, promueve la rebeldía y prepara la “tumba moral” de la familia política que garantiza la continuida­d.

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