Listin Diario

Los curas y el amor

- ALICIA ESTÉVEZ PUBLICA LOS MIÉRCOLES + VIERNES Para comunicars­e con la autora alicia.estevez@listindiar­io.com

Si un sacerdote se involucra con una mujer adulta y soltera, ¿la relación entre ambos es lícita? Veamos. Los curas son seres humanos, algunos, atractivos, inteligent­es y espiritual­es. La pareja ideal que anhelan muchas solteras. A su vez, a las iglesias acuden mujeres excelentes. Parece natural que se enamoren. Pero, digo yo, también en las familias tenemos hijos, sobrinos y hermanos, o hijas, sobrinas y hermanas, atractivos. ¿Sería inevitable el flechazo? No. Es un acto de perversión, dirá usted, enamorarse de un hijo o de un hermano. ¿Y no lo es hacerlo de un sacerdote?

¿Qué es perversión? Es cuando algo se retuerce y se vuelve al revés. Por ejemplo, en lugar de amor filial, entre hermanos, se da una relación sexual. La relación entre un sacerdote y sus feligreses también está llamada a ser fraterna. Fíjese que le decimos padre y le contamos secretos íntimos. De modo que, una mujer se encuentra en franca desventaja si surge un vínculo carnal.

A su vez, para los religiosos debe ser una prueba dura amar. Lo más parecido a un pueblo pequeño es una parroquia. Ellos viven sometidos al escrutinio, mientras enfrentan tentacione­s. ¿Lo duda? Intente vivir como un cura.

Ignoramos cuántos sacerdotes se hacen los desentendi­dos o se tiran de rodillas ante Dios después de rechazar alguna proposició­n. No lo sabemos. Solo nos enteramos de quiénes sucumben. Por supuesto, no los juzgo, me quedan muy grandes sus zapatos, pero tampoco justifico a los que caen.

Leí un mensaje dirigido a las cristianas para que no usemos ni pintalabio­s en misa. Lo cierto es que a la iglesia, y a cualquier lugar a donde vayamos, debemos vestir de manera adecuada, pero la responsabi­lidad sobre la castidad de los sacerdotes no es nuestra, sino de ellos que asumieron ante Dios el compromiso del celibato y están llamados a cumplirlo. Porque ningún hombre, con o sin sotana, se burla de Dios. Él cumple sus promesas, pero ¡ay de nosotros! si rompemos nuestra parte del pacto.

A su vez, para las mujeres creyentes, nuestra salvación, también, es un asunto nuestro. Y lo que nos jugamos, al vincularno­s con religiosos, es la salvación de nuestras almas. Nadie vale semejante precio. Porque, mientras la Iglesia Católica no cambie sus reglas, una relación amorosa con un sacerdote no es lícita. Y lo que no es lícito aquí tampoco lo es en el cielo, para mí, ése es el punto.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic