Preguntas para el camino de los hijos de Dios
¿Por qué será que una parte notable de los cristianos cree que lo que da mucho trabajo, lo que se hace difícil, lo que implica grandes sacrificios no viene de Dios? Es una especie de “cábala” consentida.
¿No será lo malo más fácil y frecuentemente más simple y hasta atractivo y cómodo?
¿Por qué Jesús no sigue haciendo milagros, enseñando, predicando sobre el Reino, creciendo en fama entre los hombres como un gran maestro, y toma el camino hacia donde estaban los lobos y las fieras salvajes?
¿Cuál es la enseñanza para la vida de todos?
Vistas las preguntas anteriores, agreguemos en esta Semana Santa, otras preguntas:
¿No será lo más importante saber a dónde conduce ese trabajo, esa dificultad, ese sacrificio?
¿A la vida o la muerte?
¿Por qué Jesús no califica abiertamente como injusto el pago de impuestos al invasor romano, cuando en verdad era injusto?
No era un gobierno legítimo, no era para usarse en el bienestar, era para sostener la opresión del pueblo elegido.
Entonces había una realidad en que esa injusticia quedaba como subalterna. Actuar ante el primer juicio sin hacer análisis de la realidad, conducía a la muerte, a entorpecer el bien mayor... Jesús era un líder.
El discernidor de una altísima misión. No podía ser un “inmediatista”.
El discernimiento sobre un escenario no es el mismo si sucede en Europa o en Estados Unidos, a si sucede aquí y ahora. La historia allá no es similar a la historia aquí. Como tampoco la misma idea funciona igual en lo poco y en lo mucho.
¿Adónde conduce lo que entiendo injusto? ¿A la justicia para todos? ¿A la vida o la muerte?
¿Es justo forzar lo imposible? ¿O dejar libremente al mal justificarse como bien?
¿Puede estar la necesidad temporal de unos por encima de la necesidad de lo Eterno para todos?