En la diana
Primer Tiro. El panorama macroeconómico es claro, puede ser visto por todos los actores, y se esperaría que reaccionen tomando en cuenta las posibles estrategias de los responsables del diseño de la política macroeconómica. Si ese panorama es visto en su totalidad y es interpretado correctamente, entonces las predicciones y posibles cambios en la posición de la política monetaria también deberían quedar evidenciadas por el razonamiento y los fundamentos del análisis macroeconómico. Con riesgo de inflación sesgado al alza, con una tasa de devaluación en la frontera del promedio esperado para todo el año, y con la intensificación de un proceso de normalización de la política monetaria en Estados Unidos que la llevaría a una posición restrictiva, el balance de cambio en la posición de la política monetaria del Banco Central estaría sesgado hacia la restrictividad.
Pero con un riesgo de crecimiento sesgado a la baja, con altísimo nivel de reservas internacionales que reduce significativamente la presión cambiaria determinada por las condiciones monetarias, y con una devaluación esperada por los mercados internacionales por debajo de la esperada en el mercado local, el sesgo seria expansivo.
La inclinación de la balanza de la política monetaria podría ser influenciada por las diferencias de expectativas de devaluación entre el mercado internacional y el local. Pero la misma no tiene el poder mesiánico necesario para permitir que el gran hoyo negro que existe entre el mercado internacional y el local permita pasar la luz que dejaría ver la esencia del panorama macroeconómico. Creer en una política monetaria mesiánica es creer que si la misma es neutra, expansiva o restrictiva, el crecimiento y la inflación se mantendrán inalterable, se expandirán o se contraerán de manera automática. Aunque no se puede pecar de un exceso de confianza en el poder de la política monetaria, las características del panorama actual son claros en cuanto a las posibilidades de cambio en su posición actual, en las cuales las fuerzas determinantes serán las que influyen en la inflación esperada. Aunque la política monetaria no tenga el gran poder mesiánico que algunos le quieren atribuir, su capacidad para controlar la inflación de origen monetario, y para inducir ajustes en las expectativas cambiarias y monetarias cuando estas están desalineadas, no está en discusión, y puede emitir luz suficiente para ver a través del hoyo negro.
El ritmo de devaluación actual y las expectativas cambiarias del mercado local no son consistentes con la composición de las fuerzas determinante del panorama macroeconómico. La diferencia de rendimiento entre los bonos globales y los internacionales podría jugar un papel fundamental en el ajuste que se producirá en el ritmo de devaluación y en las expectativas locales. Si el ritmo de devaluación se mantiene, el pronóstico para todos los bonos globales es de caída de precios y aumentos de rendimientos, es decir, aumentos en el costo del refinanciamiento internacional de la deuda pública.
Con el nivel actual y esperado de reservas internacionales y de la oferta monetaria del Banco Central, una devaluación por encima del 4% colocaría el tipo de cambio por encima de su nivel de equilibrio de corto plazo, el sesgo inflacionario se incrementaría, y la balanza de la política monetaria se inclinaría con fuerza hacia una posición restrictiva. El gran hoyo negro de las expectativas desalineadas no impide ver con claridad el panorama.