Héroes del agro
El alto espíritu de probidad de un buen número de técnicos y productores agropecuarios dominicanos y extranjeros, motivan mis emociones para solicitar a la comunidad de agricultores y ganaderos como a las autoridades del Gobierno nacional y los gobiernos municipales, honrar sus memorias designando con sus ilustres nombres, calles, obras públicas y lugares en donde se han hecho presente sus buenas acciones. Es decir, cualquier espacio nacional rural o urbano (calles y pabellones de la Ciudad Ganadera; caminos productivos, presas, canales de riego, proyectos agrarios, etc.), que permita resaltar sus bien valoradas capacidades técnicas y de emprendedurismo en donde estas personalidades ejercieron y ejercen un liderazgo decisivo.
Que su ejemplo cale hondo en muchos dominicanos que no conocen o reconocen con gratitud la ejemplar conducta de ellos. Expuesto a olvidar nombres importantes, me permito mencionar a: los ingenieros Alejandro Luna Pereyra, Ángel Ma. Pichardo, Manuel de Jesús Viñas Cáceres (Meme), Gilberto Villanueva, Luis Bonet, don Raúl Barrientos, don Juan Barceló, don Francisco Gómez Estrella, Ing. Carlos Ramón Domínguez, doctor Jaime Viñas Román, Ing. Marcelo Jorge Pérez; asimismo los doctores Otto González, Héctor Luís Rodríguez Jiménez, don Roberto Serrano, doctor Julio Brache; también don “Cocolo” de la Mota, Ing. Luis Crouch Bogaert, Ing. Farías Cabral, Juan Pablo Duarte, padre e hijo; Agr. Félix Olivares; don Cesáreo Contreras, don Santiago Paulino, don Jordi Carbonell, don Chago Díaz, don Otilio Paulino, don Luis Silverio; Candelario Mercedes (Rema), Freddy Saladín, doctor Pedro Comalat Rodes, Ing. Papito Abreu, el doctor T. Sieh, don Perfecto Cedeño, don Blanco Florencio, don Carlos Florencio, don Papote Crespo, don Carlos Rivas, don José Luna, Ing. Pablo Mercedes Medina, y silencio más por razones de espacio, en fin, toda una pléyade de héroes que han configurado nuestra actividad agropecuaria. Siento al escribir estas líneas la misma sensación que cuando los he tratado, tanto a los que viven como a los fallecidos, con total respeto.
Nosotros que hemos visto en muchos de ellos incompensados en sus esfuerzos y sus afanes, expresamos nuestro afecto y agradecimiento a quienes los tienen tan bien ganados. Gracias a sus acciones desplegadas como tarea del Estado y desde el entorno privado, estos hombres de vida relevante, y que sin ese absurdo postín de ‘dejarse ver’ que caracteriza a incompetentes y corruptos, desplegaron y despliegan su vitalidad y profesionalidad por la República. Pero ello no obsta para que, mirando la agropecuaria de hoy, detectemos fallos que atentan con su legado. Hay que completar la agropecuaria, y eso significa continuar los ejemplos, avanzando hacia niveles donde superemos nuestras debilidades, que las autoridades no flaqueen en las reformas y, a la vez, a mejorar el índice de factores de productividad (el más bajo de ALC), con un gasto público agropecuario más orientado a fortalecerlo, asegurando de forma efectiva de que, invertir bien es hacerlo en nuestra prosperidad.
Es perfectamente imaginable que a contrapelo de que haya personas que sientan desagrado a lo expuesto precedentemente, quiero elevar mi voz para destacar los aportes de mis “héroes del agro”, de sus preocupaciones por el bienestar de los demás, que realmente han sido militantes. Como todos los ciudadanos progresistas, creen y creyeron en las ventajas de la modernidad y el uso del conocimiento científico para el bien de todos.