El milagro de la resurrección
Para los cristianos la resurrección es la más importante celebración. Este hecho constituye el núcleo y el corazón de la fe; es el sustento de todos los dogmas y la creencia fundamental de la vida de la Iglesia Católica. Gracias a la resurrección de Jesús crece la esperanza de que también seamos resucitados, para reconciliarnos con Dios. Jesús fue protagonista del acto de amor más grande y puro que alguien podría hacer . Fue lastimado brutalmente y sufrió un sinnúmero de abusos que aún en mi vida adulta nunca he podido entender. Su entrega por la sociedad fue más allá de lo imaginable pues dio la vida por los que amaba: la humanidad, caracterizándose su vida en la tierra por su fidelidad y su entrega. La resurrección no es solo un cambio de la muerte a la vida, tiene un mensaje mucho más profundo. Jesús nos revela un reino donde prima el amor por el prójimo, donde el respeto a la vida es relevante. Reflexiones que hoy en día la sociedad ha olvidado. Sin importar la preferencia religiosa, generaciones tras generaciones han coincidido en que Jesús ha sido el más valiente líder sobre la tierra. Su auténtica preocupación por quienes sufrían la pobreza que provocaba un sistema de opresión imperial económico, político y religioso, y al que habría que añadir la gran corrupción de la élite herodiana, que lo llevó a enfrentar el sistema. No por casualidad su mensaje fue bien recibido en la humanidad. Para creyentes y no creyentes la Pascua tiene en el fondo un mensaje de vida. La historia cuenta que el sonido de la marcha de los soldados romanos infundía temor en el pueblo. Jesús llegó montado en un burrito, presentando un mensaje de paz y justicia que ofreció, no solo en su discurso, también en su vida misma. Él presenta la humildad y sencillez de sus palabras con un mensaje que surge del corazón de un hombre justo. Su prédica no atemoriza, acerca a las multitudes al gran amor de Dios. Jesús murió siendo coherente y su resurrección es la evidencia de que Él está por encima de las injusticias y los sistemas no pudieron silenciar el valor de su mensaje. En una época en la que los valores morales han pasado a ser ignorados en la vida social y toman prioridad las cosas materiales sin importar la manera de conseguirlo, Jesús llama a encarrilarnos en el camino de la esencia de los seres humanos. No es fácil asumir el mensaje, muchos pretenden concentrar a la humanidad en una sola ideología política, económica y religiosa y cuesta comprender que esta tendencia esté llevando a la destrucción y al deterioro del ser humano… seres sin amor, sin justicia, sin respeto por la vida. Mi invitación para esta semana, en la que recién hemos vivido el milagro de la resurrección del hijo de Dios, es para que cada uno de nosotros se convierta en un ente generador de paz en el círculo en el que nos desenvolvemos. Solo así mantendremos vivo y actualizado el mensaje que los cristianos han recordado y celebrado durante veinte siglos. Ojalá que en este período resucite también el valor de la palabra, la honestidad, la decencia y la honradez. Que se logre recuperar la responsabilidad familiar y vencer la indiferencia frente a los que sufren, muchos de ellos en nuestro entorno social, y que el agitado curso de la vida que hemos elegido vivir, no nos da tiempo para darnos cuenta.
¡Hasta el lunes!