El periodismo de calidad no puede morir
Cuatro filmes de alto realismo certifican el poder del periodismo investigativo llevado a cabo por la prensa escrita en los últimos años, lo que apuntala su credibilidad y realza el verdadero valor de la información veraz y comprobada que constituye la materia prima de sus contenidos.
Me refiero a “Spotlight”, basada en la investigación del diario The Boston Globe sobre el encubrimiento de abusos sexuales en la arquidiócesis de Boston; “The Post”, sobre las revelaciones hechas por el influyente diario de Washington acerca de los llamados Papeles del Pentágono; “Los hombres del Presidente”, que desveló toda la historia del espionaje ilegal a las oficinas del Partido Demócrata en el edificio Watergate, también del mismo Post y ahora “El mecanismo”, la trama corrupta de Lava Jato en Brasil.
No dudo que tras el escándalo de las filtraciones de datos de más de 50 millones de personas de Facebook, del que ahora comienzan a aflorar detalles de la articulación de una monumental operación manipuladora, algún productor se anime a realizar otra película que muestre la fina y paciente labor de investigación periodística de los diarios que la llevaron a cabo durante un año.
Y tampoco dudo que surjan otras versiones fílmicas de otras dos grandes y emblemáticas investigaciones de la prensa escrita sobre wilkileaks, los correos electrónicos confidenciales del gobierno de los Estados Unidos recogidos por un consorcio mundial de diarios, y las de “The Panamá Papers”, también incubadas en un grupo de periódicos latinoamericanos.
Son ejemplos que ponen de relieve el crucial activo que representa para el fortalecimiento la transparencia y la democracia el ejercicio de un periodismo de calidad y profundidad, que solo es posible cuando se cumple apegado a las reglas de la verdad y con sujeccion a la irrefutabilidad de las pruebas.
En cada una de estas investigaciones se ha cumplido la norma de contrastar los hallazgos y las pruebas con las mismas fuentes que eventualmente están concernidas o afectadas en esas revelaciones, un cuidado que no se sigue en otras plataformas de la comunicación social que,operan sin regulaciones.
De ahí la importancia que se deriva de un periodismo responsable, acucioso, valiente, que no puede ensombrecerse ni anularse en el brumoso clima de las noticias falsas o manipuladas que circulan, como avalancha, en la esfera digital y que han resultado bastante rentables para quienes dirigen esta gran industria de la falsedad.
El cedazo de las noticias, que se asume como un sagrado deber entre quienes manejan el periodismo con sentido profesional, es una garantía de inmunidad frente al carácter fraudulento y engañoso que sesgan muchos de los contenidos de las redes sociales, lo que en gran medida ha provocado la crisis de desconfianza que sufren hoy.
Cierto es que el periodismo cambia algunos modelos y los periódicos se reinventan para seguir conservando la fidelidad de sus audiencias, pero en esta época de cambios jamás debe desaparecer el buen periodismo, el de calidad, profundidad y veracidad, el mismo que ha quedado plasmado en estas películas de éxito que mencioné al principio y que han enaltecido a la prensa libre e independiente del mundo.