La fiesta de la misericordia
Hoy, segundo domingo después de Pascua, es la Fiesta de la Misericordia.
La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: “Dios es misericordioso y nos ama a todos... y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene de Mi Misericordia”. Y también nos pide a nosotros que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de nuestras palabras, acciones y oraciones... “Porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil.” (Tomado del mensaje de Nuestro Señor a Santa Faustina Kowalska, llamada apóstol de la divina misericordia. Era una monja polaca que recibió del mismo Jesús la misión de dar a conocer Su Misericordia a todos los hombres, ante la pérdida de la fe del siglo XX)
Hoy también recordamos el Salmo 117, donde se recalcan continuamente las misericordias del Señor. En este Salmo, en la fiesta de las Tiendas, al entrar la procesión al templo, el pueblo judío, recuerda los peligros, de que Dios les ha librado. Bien puede confiar en Él, ya que él es quien invierte las situaciones, haciendo “de la piedra desechada por los constructores, la piedra angular del nuevo edificio”. “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna Su Misericordia! Aleluya. Nosotros los cristianos, no predicamos un personaje histórico, nosotros creemos en una persona que “resucitó de entre los muertos”, y “está sentado en la derecha del Padre”, como proclamamos cada domingo en el Credo.
¿Por qué entonces vivimos como si nada de esto hubiera sucedido? No debemos ser como Tomás, que dudó de lo que decían sus hermanos cuando le dijeron que habían visto con sus propios ojos a Jesús resucitado.
¡Vamos a proclamar como lo hizo después, cuando el mismo Jesús se le presentó enseñándoles las llagas de las manos y del costado: “Señor Mío y Dios Mío”.
Que Jesús no tenga que reprocharnos nuestra falta de fe: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen si haber visto”. (Jn 20, 29).
Si, ¡Cristo Vive, ayer, hoy y siempre. Aleluya!
En este mes de abril, mes de la Prevención al Abuso Infantil, con el Instituto de la Familia vamos a aprender a corregir sin maltratar, porque, si queremos educar seres humanos, que respeten, que sean empáticos, que no sean violentos, debemos procurar una educación basada en respeto mutuo, respeto a las capacidades del niño que está a nuestro cargo. ¡Que el Cristo de la Misericordia nos ayude a educar seres respetuosos de los demás, Amén!