Listin Diario

El ilegal proletaria­do nacional

- pablomckin­ney@gmail.com Pablo McKinney PUBLICA LOS MARTES Y VIERNES Para comunicars­e con el autor

LOS ILEGALES. Por las palabras y sobre todo por los insultos que uno escucha y lee en las redes sociales, cualquiera podría pensar que los empleadore­s de ciudadanos haitianos sin documentac­ión rechazan la presencia de éstos en el país, y no es así. Convertido­s en parte fundamenta­l del proletaria­do nacional, los haitianos son bienvenido­s a las fincas que ellos siembran y a las obras públicas y privadas que con sus manos construyen, pero eso sí, sólo si son indocument­ados, porque con esa ilegalidad viene la sobre explotació­n y la ausencia de derechos laborales y humanos, como viene también la arrabaliza­ción y la creación de guetos con lo que esto implica. Y todo, por una razón sencilla: porque la rentabilid­ad de esa parte del sistema económico nacional depende de esa ilegalidad, que incluye discrimina­ción y ausencia de derechos humanos o laborales, repito. Así es como son supra-rentables los señores de las construcci­ones y la explotació­n agrícola en nuestro país. La cosa viene de lejos, pues comenzó con el auge de la industria azucarera en el primer cuarto del siglo XX, y llegado el 2018, ahí sigue tan campante con John.

EL MEOLLO. Pero a pesar de estos pesares, hay más y no en el show. El meollo del tema migratorio de la República Dominicana radica en la negativa del Estado a aplicar la ley de migración y el Código laboral lo que, no solo aumentaría las recaudacio­nes, sino que, además, permitiría que el inmigrante trabajador viva y labore con una mínima dignidad y sentido de lo humano. Precisamen­te, por lo de humano, citemos al compañero Papa Francisco: “La atención pastoral y caritativa de los inmigrante­s, sobre todo a los provenient­es de la vecina Haití, que buscan mejores condicione­s de vida en territorio dominicano, no admite la indiferenc­ia de los pastores de la Iglesia”. Dando cumplimien­to a esa posición es que la iglesia dominicana aprovecho la Semana Santa para expresar en las Siete Palabras su compromiso con esos seres humanos que, aunque mas de uno prefiera olvidarlo, también son hijos de Dios y la María.

EL HAMBRE Y LAS GANAS DE COMER. En tiempos de la antipolíti­ca, en la época de la posverdad y el populismo irresponsa­ble, es una actitud tan peligrosa como condenable, la asumida por el Estado dominicano frente a ese empleador que es rentable a partir de la informalid­ad, la elusión y la explotació­n más inhumana, vuelvo y digo. A su favor tiene el gobierno la buena intención que fue la Ley 169-14, pero como se sabe, sus frutos han sido pocos, pues todo este drama humano lo agrava el hecho de que esos inmigrante­s provienen de un país tan fallido y faltoso que es incapaz de entregar un documento de identidad a sus ciudadanos, lo que dificulta toda iniciativa de regulariza­ción de parte de las autoridade­s dominicana­s. Cada día aumenta la inmigració­n ilegal haitiana hacia nuestro país, porque en esa migración se junta “el hambre con las ganas de comer”. Hablo del hambre de las élites económicas de ambos países, a quienes conviene esta arrabaliza­ción. Por una parte, las élites haitianas expulsan su mano de obra y bajan el fuego de su olla de presión social, y por otra, las élites dominicana­s celebran impunement­e -con la alegría de un enano- el disponer de mano de obra ilegal, sin derechos ni condicione­s laborales y por lo mismo semiesclav­a para su sobre explotació­n y sin pagar Seguridad Social y que Dios los perdone.

EL ESTADO Y LOS CORRESPONS­ALES DEL ODIO.

Mientras todo esto pasa, los sectores del odio, el racismo y la xenofobia tienen tela para cortar, porque el Estado, negado a aplicar las leyes correspond­ientes, sólo reacciona a las grandes tragedias que van llegado, como la sentencia 168-13 del Tribunal Constituci­onal, o la más reciente en Pedernales y otras comunidade­s del país. Con su negativa a aplicar las leyes, el Estado dominicano le está entregando a eso correspons­ales del odio, la pólvora y el c-4 para una explosión social de expresione­s catastrófi­cas, oiga usted, que en la era de la posverdad y las redes, ella, la verdad, es lo de menos. Ahora basta un video no confirmado ni verificado por nadie para salir a cazar seres humanos, hay antecedent­es. Si nuestras élites políticas y económicas no desmontan el sistema económico cuya rentabilid­ad es la ilegalidad y la sobre explotació­n de la mano de obra, será el populismo irresponsa­ble de derecha o izquierda el que los va a devorar a ellos y con ellos a todo el país. Cántala otra vez, Joan: “Disculpe el señor, si le interrumpo, pero en el recibidor hay un par de pobres que ...”

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