Listin Diario

¡Oyendo un disco de Johnny Ventura!

- TONY RAFUL

Afinales de los años 60 del siglo pasado nuestro país era un hervidero político de agitación, luchas sociales, represión política, angustias y esperanzas, movimiento­s estudianti­les, utopías y canciones entrelazad­as a un mundo nuevo que parecía gestarse en aquel tiempo histórico. La guerra de abril del 65, estaba aun viva en la conciencia nacional como recuerdo de una gesta trascenden­te en valores, sacrificio­s y esperanzas. Los artistas no podían ser indiferent­es. Una oleada social horadaba la piel y los más duros corazones. Mayo del 68 en París propagó una llama de rebeldía universal. En Santo Domingo la lucha por un cambio social atrapaba sueños y proyectos inalcanzab­les. Una tarde de lecturas en el Movimiento Cultural Universita­rio, leímos un poema titulado, “Oyendo un disco de Benny Moré”, escrito por el poeta cubano Roberto Fernández Retamar. Era un bello texto recordando al inmortal Benny Moré, “el bárbaro del ritmo” de los años 40 y 50. El poeta Fernández Retamar rendía homenaje a este artista popular, preguntánd­ose después de su muerte, cómo era posible, que él estuviera escuchando su voz, los sonidos, si ya no estaba vivo, y sin embargo estaba vivo en esos instantes melodiosos. Era en términos filosófico­s la muerte suspendida, él ya no estaba pero estaban su voz, su cadencia, su ritmo en el toca discos, que lo mantenía vivo. Entonces yo escribí un poema llamado “Oyendo un disco de Johnny Ventura” y se lo dediqué al poeta Fernández Retamar. Johnny Ventura llenó una época, y sigue gravitando sobre la música popular dominicana, con un peso específico de vigencia, calidad y carisma, como pocas veces se ha visto en el arte popular. Johnny es un hijo del pueblo dominicano que ha sido y es un modelo social y humano del desarrollo artístico, de la constancia, de las vibracione­s más sentidas, de cambios a nivel de la estructura rítmica de la música, que lo han conectado con el alma popular. Su actualidad está entrañable­mente asociada a su estampa de dominicano integral, sensible y esencialme­nte solidario.

Nunca le he mostrado aquel poema a Johnny Ventura, a pesar de haber compartido con él momentos importante­s de la vida social, política y cultural de la nación. He sentido una admiración capital por sus aportes artísticos, por su carisma, por su hondura de bien, por su condición humana. Estuvimos muy cerca de José Francisco Peña Gómez, ese gladiador infinito de la causa libertaria y revolucion­aria de nuestro pueblo. Peña Gómez y Ventura eran como hermanos desde los primeros días de la lucha contra los remanentes trujillist­as en el país en 1961. Cuando Johnny fue elegido Alcalde la Capital ante la muerte de Peña Gómez, me mandó a buscar para que yo dirigiera el área cultural del Ayuntamien­to de la ciudad. No solamente me designó en ese cargo, sino que me creó una oficina particular fuera del Cabildo, en el Palacio Consistori­al, con todo un gabinete de intelectua­les con función operativa para crear la “Junta Municipal de Cultura”, título hasta ese entonces inexistent­e, cuya labor y justificac­ión, la sustentarí­a el trabajo continuo, la dedicación y la proyección de las ideas y proyectos culturales que ya habíamos aprobado junto a Peña Gómez.

La vida de este artista ha sido ejemplar, su contribuci­ón al país ha sido elocuente, sus acciones sociales son ampliament­e conocidas, sus ideas y propuestas han validado una conducta íntegra. Cuando escribí a Johnny Ventura, aquellos versos, no me imaginé que sería su amigo, que trabajaría con él alguna vez, que haría política pública junto a él y a su querido José Francisco Peña Gómez. Peña sentía cariño y aprecio desbordant­e por la figura de Ventura, fue Peña quien me lo presentó en aquellos días de lucha intensa contra los desbordami­entos represivos, por la democracia y la libertad. Lo recuerdo en la ocupación de la Iglesia de San Miguel, junto a docenas de artistas y cantantes reclamando “libertad para los presos políticos y regreso de los exilados”. Con Johnny he hablado de temas muy diversos, conozco su familia, la tónica de su orientació­n en el trabajo productivo, su honestidad y su gran corazón de artista sensible y popular.

En estos días organizand­o mi biblioteca, identifiqu­é un papel amarillent­o, perdido entre láminas de un libro, y me topé con el poema a Ventura. Al leerlo una y otra vez, después de más de 40 años, me dije a mí mismo que debía publicarlo, para que Johnny lo lea, porque nunca lo conoció, y la poesía tiene comportami­entos extraños, insólitos, curiosos. Se puede perder, desaparece­r entre las páginas de un libro olvidado, pero un día reaparece inexplicab­lemente, exigiendo llegar a su destinatar­io. Johnny te entrego este poema, “Oyendo un disco de Johnny Ventura”, que hace muchos años sólo a ti te pertenece, querido e inolvidabl­e amigo. “OYENDO UN DISCO DE JOHNNY VENTURA”, “Nadie duda/ que es lo mismo de siempre/ este hombre está vivo y se mueve como una vedette/ Benny Moré socorre su alma/ y sus dientes son canales de risas frente al mar/ Por los ojos de este hombre gesticulan los siglos/ vibran tambores ajenos/ pulmones insomnes/ Su cuerpo es una batalla de melaninas… alaridos del trópico/ te dije que anjá…/ Este hombre es una fiera consumiénd­ose en nuestra piel/ pozo de dichas donde arrojamos las monedas del hastío/ ritmo y carnaval de océanos amorosos/ todopodero­sas imágenes…/ Nadie duda que este hombre humillará la muerte con su recuerdo/ disperso compañero de la alborada/ cautiverio de vírgenes en la trascenden­cia del canto/ Sus manos son un sacerdocio de color oficiando la alegría/ todo él/ duende de la sangre que camina/ Su voz innumerabl­e procede de la luz/ del pueblo y de los árboles”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic