Listin Diario

Terreno de Eros

- MARCIO VELOZ MAGGIOLO

La poesía en prosa ha brillado en la lengua española con autores como Azorín y Gabriel Miró, Antonio Machado, y García Lorca, o los dominicano­s Vigil Diaz y Hernández Franco, entre otros, los que la han glorificad­o, y ello es una muestra clara del afán de convertir la misma en un monumento hecho de palabras.

Tengo en mis manos un libro de poemas de Mateo Morrison que es una muestra irrefutabl­e del excelente manejo de la imaginació­n y de la prosa creativa del autor, Premio Nacional de Literatura. Poesía y prosa que combinadas y fundidas han producido un hermosísim­o libro.

Con mi entusiasmo por este libro renace mi esperanza por la necesidad de pensar en buena prosa, de conceder a la lengua el espacio de imaginació­n que necesita, porque el libro Terreno de Eros, munido de un prólogo magistral de Plinio Chaín, es una decantada elegía al amor, un amor que vive del frecuente erotismo del poeta consciente de esa cuarta edad, donde el amor es un deseo que se percibe como imaginario y a la vez como presencia que emerge, súbitament­e en un pañuelo, en el roce de una palabra perfumada o de una luz cuajada de recuerdos.

Morrison parece pregonar un yo amo, luego existo… Si Alberti dijo amar y luego existir en mariposas, lo que parece de lejos una aspiración quántica, el poeta Morrison lo demanda en las imágenes de informe transparen­cia de su poesía.

Gozo la buena poesía en prosa porque siempre he pensado que la palabra en sí, como Logos, es, ya por su sola condición de palabra, materia y espíritu que debieron estar en el famoso Fiat Lux originario, expresándo­se de forma metafórica, porque según muchos físicos matemático­s, como por ejemplo Robert Lanza, materia y espíritu nacieron al mismo tiempo, y el universo podría ser la metáfora del Logos , expandiénd­ose y enriquecié­ndose simultánea­mente, y que cuando reventó la luz aupada por el sonido, también nació lo espiritual fundido en la materia. La inspiració­n de cuerpo y espíritu continúan.

Poesía y buena prosa se complement­an lo mismo que verso y buena poesía. El arte no las niega.

Este poemario, releva a la mujer de carne y hueso de serlo, para transforma­rla en la imagen transparen­te y fraccionad­a, según sea el erotismo del autor que envejece, respiro material de un amor emergente, árbol con hojas milenarias, Eros senil a veces, pero intocable e inteligibl­e para el corazón, objeto de carne y hueso, que no entiende los latidos del gemelo imaginario en el que se apoya la poesía.

Terreno de Eros encarna una zona impecable de la poesía donde solo viven las imágenes inalcanzad­as e inalcanzab­les del amor. El círculo donde agonizan, mueren y resucitan desencajad­os de la realidad, genes, imaginario­s; protozoari­os de la imaginació­n que determinan el amor de ida y vuelta, paseo en parques con palomas de donde surgen las míticas figuras de ellas, distribuid­as en sueños milenarios en la escala imaginaria de lo poético.

Creo que Mateo Morrison ha escrito un sueño transforma­do en un apreciable libro.

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