VIVENCIAS
EJuan Francisco Puello Herrera
n un encuentro el Viernes Santo de 2018 en el que explicaba el milagro de la conversión se acercó sigilosamente un amigo a preguntarme sobre un artículo que había escrito recientemente en este diario, creo que sobre la vida pública maquillada en el que describía actitudes y comportamientos de la gente que desnuda su personalidad, con tanta suerte que sus más oscuras perversiones parecieran no tomarse en cuenta.
Le comentaba a este amigo curioso por conocer quién era el personaje que ocupaba mi atención y del que daba una información tan detallada, que no había pensado en nadie en particular al escribir o más bien describir esta “rara avis”. El amigo no conforme con la explicación se acercó a mi oído y con voz entrecortada dijo: “creo que te refieres a alguien que tanto tú como yo conocemos”. A esto le contesté que me he buscado gratuitamente muchos enemigos porque hay quienes han entendido que los he tenido como inspiración al escribir las notas que narran vivencias.
De esta manera, no me quedó otra opción de explicar el motivo de describir ciertas actitudes en los artículos que escribo reñidas con el bien obrar y producto del comportamiento que observo en la gente, sin otra intención que los que se tomen el trabajo de leerlos crezcan espiritualmente renunciando a todas aquellas pasiones desordenadas que las esclavizan.
He tratado durante todos estos años de mejorar lo que escribo de fondo y de forma, bajo un estricto observatorio o de corrección de estilo que nos servía de guía a los colaboradores en la revista El Peregrino Hoy ya desaparecida siguiendo las sugerencias del sacerdote Eduardo Barrios S. J., nunca asomar la cabeza mencionando “a mis queridos lectores” y escribir sólo lo “verum” (verdadero), lo bonum (bueno) y lo pulchrum (bello), sin enlodar el papel escribiendo mentiras.