Liberarse de las propias cadenas
Hay que entender que somos libres, pero algunos deciden no serlo, siguen atados a emociones que no les aportan: la envidia, el rencor, el egoísmo, el odio, el orgullo, la ira y muchas más que hacen de los que la sienten vivir verdaderos infiernos, tanto ellos como quienes comparten sus existencias, algunos deciden ser las antorchas que andan demostrando que han decidido dejarse influenciar por dichas emociones, por ejemplo, existen aquellos que se sienten las eternas víctimas, cuyos que sus mundos han girado en torno a sus realidades y nadie más, sin observar que han sido ellos mismos quienes han potenciado mucho de lo que encuentran y sienten viviendo desde sus zonas de comodidad el mundo que perciben apático y hostil.
Atados a sí mismos, a sus limitaciones y por ende sin capacidad de renunciar a sus “novelas” en las cuales el rol de víctimas les justifica el poco deseo de mejorar sus vidas, por lo tanto, es más fácil echar las culpas a quien sea, siempre alguien más tendrá el protagonismo de hacer el rol de malo con lo cual evitarán perennemente enfrentarse consigo mismos, por ende siempre serán las cenicientas emocionales enfrentados con la maldad de un mundo cruel e insensible. Cuando la insensibilidad y la crueldad muchas veces nace de su poca empatía, de la poca responsabilidad de asumir sus propios desaciertos y errores de forma humilde y frontal, para crear una máscara en la cual la vergüenza se pierde y la prepotencia se potencia.
Atados a un mundo de fantasía en el cual son los eternos victimizados, los que han recibido sólo crueldad infinita, sin entender toda aquella que han potenciado con sus actitudes hacia los demás, así evitan sentir algún remordimiento y justifican crueldades futuras, el mundo siempre girará en torno a sus necesidades nunca en la de los demás, por lo tanto lo que ellos hacen carece de la importancia debida, eso sí lo que ellos reciben es lo único a tener en cuenta, en fin atados a sus actitudes maniqueas e insensibles.
Estar atado significa mucha incapacidad de asumirse, de entenderse, de abrir el corazón a la honestidad y la humildad, porque así están más seguros y protegidos de lo que hacen, así siempre debe el mundo entenderles, nunca entenderán a nadie excepto sus tragedias que siempre expondrán para sentirse la eternas víctimas; estar atados significa nunca salirse del rol de lloriqueo y queja, porque desde ahí ellos siempre serán eternamente inocentes, y por lo tanto jamás deben de enfrentar todo aquello que han provocado en otros(as), incluyendo la crueldad, la insensibilidad y el dolor que han generado en aquellos que han tenido que convivir con ellos (as).
Dejar las ataduras es sencillo: entender que no somos infalibles, que siempre somos los responsables de todo lo que hacemos, que debemos tener la humildad de aceptar los desaciertos cometidos, que en más de alguna ocasión hemos sido crueles e insensibles y por ende debemos de pedir perdón a aquellos que agraviamos con nuestras actitudes y si ya no están pedirlo desde el fondo de nuestro corazón. No somos el centro del universo, también los demás viven sus propias tragedias y por lo tanto debo abrirme a la realidad de otras personas para entenderles y aceptarles, que si no tienes amor no podrás dárselo a nadie, de igual forma nadie puede dar lo que no tiene, por lo tanto debes aprender a amar sin condiciones; dejar las ataduras que te limitan, que no te dejan crecer significa abrirse a un cambio de actitud, soltar el rol de víctima para siempre y asumir el rol protagónico, sólo así te abrirás al cambio que tanto necesitas tanto tú como el mundo en el que vives.