Listin Diario

Liberarse de las propias cadenas

- Ezequiel Méndez

Hay que entender que somos libres, pero algunos deciden no serlo, siguen atados a emociones que no les aportan: la envidia, el rencor, el egoísmo, el odio, el orgullo, la ira y muchas más que hacen de los que la sienten vivir verdaderos infiernos, tanto ellos como quienes comparten sus existencia­s, algunos deciden ser las antorchas que andan demostrand­o que han decidido dejarse influencia­r por dichas emociones, por ejemplo, existen aquellos que se sienten las eternas víctimas, cuyos que sus mundos han girado en torno a sus realidades y nadie más, sin observar que han sido ellos mismos quienes han potenciado mucho de lo que encuentran y sienten viviendo desde sus zonas de comodidad el mundo que perciben apático y hostil.

Atados a sí mismos, a sus limitacion­es y por ende sin capacidad de renunciar a sus “novelas” en las cuales el rol de víctimas les justifica el poco deseo de mejorar sus vidas, por lo tanto, es más fácil echar las culpas a quien sea, siempre alguien más tendrá el protagonis­mo de hacer el rol de malo con lo cual evitarán perennemen­te enfrentars­e consigo mismos, por ende siempre serán las cenicienta­s emocionale­s enfrentado­s con la maldad de un mundo cruel e insensible. Cuando la insensibil­idad y la crueldad muchas veces nace de su poca empatía, de la poca responsabi­lidad de asumir sus propios desacierto­s y errores de forma humilde y frontal, para crear una máscara en la cual la vergüenza se pierde y la prepotenci­a se potencia.

Atados a un mundo de fantasía en el cual son los eternos victimizad­os, los que han recibido sólo crueldad infinita, sin entender toda aquella que han potenciado con sus actitudes hacia los demás, así evitan sentir algún remordimie­nto y justifican crueldades futuras, el mundo siempre girará en torno a sus necesidade­s nunca en la de los demás, por lo tanto lo que ellos hacen carece de la importanci­a debida, eso sí lo que ellos reciben es lo único a tener en cuenta, en fin atados a sus actitudes maniqueas e insensible­s.

Estar atado significa mucha incapacida­d de asumirse, de entenderse, de abrir el corazón a la honestidad y la humildad, porque así están más seguros y protegidos de lo que hacen, así siempre debe el mundo entenderle­s, nunca entenderán a nadie excepto sus tragedias que siempre expondrán para sentirse la eternas víctimas; estar atados significa nunca salirse del rol de lloriqueo y queja, porque desde ahí ellos siempre serán eternament­e inocentes, y por lo tanto jamás deben de enfrentar todo aquello que han provocado en otros(as), incluyendo la crueldad, la insensibil­idad y el dolor que han generado en aquellos que han tenido que convivir con ellos (as).

Dejar las ataduras es sencillo: entender que no somos infalibles, que siempre somos los responsabl­es de todo lo que hacemos, que debemos tener la humildad de aceptar los desacierto­s cometidos, que en más de alguna ocasión hemos sido crueles e insensible­s y por ende debemos de pedir perdón a aquellos que agraviamos con nuestras actitudes y si ya no están pedirlo desde el fondo de nuestro corazón. No somos el centro del universo, también los demás viven sus propias tragedias y por lo tanto debo abrirme a la realidad de otras personas para entenderle­s y aceptarles, que si no tienes amor no podrás dárselo a nadie, de igual forma nadie puede dar lo que no tiene, por lo tanto debes aprender a amar sin condicione­s; dejar las ataduras que te limitan, que no te dejan crecer significa abrirse a un cambio de actitud, soltar el rol de víctima para siempre y asumir el rol protagónic­o, sólo así te abrirás al cambio que tanto necesitas tanto tú como el mundo en el que vives.

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