Cuando la solución está en separarse
la casa, presiones o intereses económicos, por cumplir con la sociedad. O sea, cuando las personas entienden que el matrimonio les va a satisfacer sus necesidades psicológicas y estás expectativas idealizadas no se cumplen inicia el desencanto.
Al matrimonio no resultar lo que esperábamos, inician las diferencias en los intereses, los deseos, así como la lucha de poder que se traduce en conflicto, y éste trae consigo la desconfianza, la comunicación ineficiente, no son capaces de admitir que se equivocaron, pedir perdón y al final queda el rencor, la distancia, la frialdad, lanzan la culpa sobre el otro, con explosiones la pérdida, al aceptar la responsabilidad en el fracaso de su relación. El dolor se puede manifestar en forma de ansiedad, depresión, desorganización, sentimiento de fracaso, agresividad y otras.
Estas emociones negativas son consecuencias de hacer consciencia del cambio, se rompe la rutina, produciendo el cese de la intimidad.
Cuando la separación es producto de una relación extramarital la negación por la pérdida se mantiene más tiempo, es frecuente buscar a la persona para aclarar lo ocurrido o un intento de reconciliación, que al final será fallido, motivando la decisión de alejarse definitivamente.