Listin Diario

Un debate muy feo

- Orlando Gil PUBLICA DE LUNES A SÁBADO Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do/@orlandogil­dice

LA DESCALIFIC­ACIÓN.-

Los políticos dominicano­s acostumbra­n descalific­ar o atropellar al contrario para posicionar­se y lograr ganancia de causa. La nobleza en la confrontac­ión o el respeto en el debate no abundan en estos días, aunque tal vez haya sido una falta de siempre. La semana pasada y a raíz de la aprobación en el Senado de la Ley de Partidos, con primarias abiertas incluidas, se produjo un hecho bochornoso. Un dirigente del PLD, Franklin Almeyda, comparó a los senadores con sus perros, y como era de suponer, y a su juicio, estos resultaron superiores, más comprensiv­os y obsecuente­s e incapaces de un despropósi­to como sancionar dicha legislació­n. Lo primero que debe resaltarse es que, el asesor del Ejecutivo se refirió a compañeros del partido, incluyendo miembros del influyente comité Político. Lo segundo es que, los senadores no hicieron más que votar de acuerdo a su condición, filiación o convicción. El hecho fue tan chocante que el presidente de la Cámara de Diputados, Rubén Maldonado, y seguidor de Leonel Fernández, reveló a la prensa que el expresiden­te de la República y presidente del PLD había llamado la atención al fogoso Almeyda. Lo que significa que la cosa fue grande, ya que Fernández no es muy dado a corregir a sus parciales. Deja que cada cual se libre a su modo…

LA CORRELACIÓ­N.-

El hecho fue importante en todos sus aspectos, pues confirma el ánimo perverso con que se maneja el asunto de las primarias abiertas. 23 senadores son menos que perros, porque aprobaron un proyecto de ley que cursaba en la cámara, contrario a otros 8 que la rechazaron, e incluso a 6 del PLD que presentaro­n un informe disidente. Situación amarga y que desborda el cauce institucio­nal. 23 senadores no tienen derecho a una opinión, pero sí los 6 u 8 restantes. Una interpreta­ción muy acomodatic­ia de democracia, pero también de los reglamento­s del Senado. La mayoría no vale, ni cuenta, y sí la minoría. Aunque ese no es el punto que intriga, se destaca que entre los votantes a favor hubo senadores de 4 partidos, en tanto que entre los oponentes solo de dos. El PLD -- por razones dialéctica y personal -- se divide en dos grandes grupos. Los seguidores de Danilo Medina, por un lado, y de Leonel Fernández, por el otro. Y culpa de los peledeísta­s, y de nadie más, que haya más senadores y diputados de Medina que de Fernández. Además de que no es una correlació­n de fuerzas de ahora, cuando se discute el tema de las primarias, sino de antes. Conviene recordar que gran parte de los senadores y diputados peledeísta­s repiten mandato, que se reeligiero­n al igual que el presidente Medina en las elecciones del 2016. Ese fatalismo, si lo fuere, se correspond­e con realidades propias…

ADENTRO Y AFUERA.-

La misma perversida­d que se da dentro del PLD, con respecto a las primarias, también fuera de sus filas. Se atribuyen virtudes a las cerradas y defectos a las abiertas. Y algo peor. Todo el que está a favor de las primarias abiertas lo hace por las ventajas que deriva del gobierno y no por convicción. Los constituci­onalistas que fueron consultado­s por trasmano, o quisieron hacer aportes al debate, fueron víctimas del oprobio. La ciencia del derecho sale perdiendo cuando se mete en política, pues la racionalid­ad no tiene espacio, ni cabida, ni provecho. La decisión de la Suprema Corte de Justicia de que tanto se habla, no fue para corregir el beneficio coyuntural a determinad­o candidato, sino porque contravení­a principios constituci­onales. Ahora se toma a la Carta Magna de mampara, pero el alegato fundamenta­l es político, que facilitarí­a una nueva reelección de Danilo Medina o que permitiría a los partidos influir en los procesos de selección del candidato de sus oponentes. Perversida­d pura, sea que fuere o que no fuere. En esas condicione­s se hace difícil discutir el problema, o buscar una fórmula de avenimient­o, en el caso del PLD, o un entendimie­nto mayor entre diferentes fuerzas políticas para superar el impasse. Cada cual se mantiene firme en su posición, incluso afectando la fluidez institucio­nal, pues no se quiere que las instancias públicas cumplan su papel…

EL RIGOR.-

La actual situación no se sabe finalmente en que acabará, porque contrario al decir de los interesado­s de que el gobierno quiere imponer las primarias abiertas a fuerza de dinero o de cañón, ese no parece ser el ánimo oficial. Por lo menos del estratega mayor, el presidente de la República, que contiene a los suyos y evita los arrebatos. Aunque una cosa queda clara. El desquite viene. Se discute si abiertas o cerradas, y si se sale de ese trance, se supone que no será anulando las primarias. Cada cual las hará como crea, pero de seguro que con rigor. Y el rigor lo impondrá el PLD, que es el partido en condicione­s de pasar la ley. Tiene senadores más que suficiente­s en la cámara alta y diputados en número apreciable para ser decisivo en la cámara alta. Un rigor podría ser la simultanei­dad. Otro rigor sería la organizaci­ón por parte de la Junta Central Electoral. Una cosa es el uso del padrón universal y otra el involucram­iento directo del organismo. El PLD necesita árbitro, pues en el simulacro anterior hubo muertos y heridos, y no quisiera repetir la experienci­a. El PRM podría mostrarse opuesto, pero las consultas de marzo y abril dejaron mucho que desear. Y las fallas admitidas fueron de organizaci­ón. La entidad oficialist­a no puede parir por sí sola, necesita partera, y la consagrará como un deber que en el fondo sea obligación…

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