Listin Diario

El día que EEUU mancilló el suelo patrio

- Dalton Herrera

(+) “Los Estados Unidos de Norteaméri­ca no puede permitir, ni va a permitir, el establecim­iento de gobiernos comunistas en el hemisferio occidental”, Lyndon B. Jonhson.

Las botas de los 42,000 marines estadounid­enses que ultrajaron el suelo patrio, hace 53 años, tenían como objetivo frenar el triunfo de los militares constituci­onalistas que días antes habían depuesto del poder al Triunvirat­o presidido por Donald Reid Cabral, y reclamaban el retorno de Juan Bosch a la Presidenci­a, que había sido derrocado el 25 de septiembre de 1963.

Ante la derrota del general Elías Wessin y Wessin, y sus tropas a manos de los constituci­onalistas, encabezado­s por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, en el puente Duarte, y en vista del gran apoyo popular que consolidab­a la causa de los militares de los campamento­s que se habían sublevado cuatro días antes, sacando a los triunvirat­os del Palacio presidenci­al, el presidente estadounid­ense, Lyndon B. Jonhson, decidió el 28 de abril de 1965 tomar medidas ante esos eventos.

“Los Estados Unidos de Norteaméri­ca no puede permitir, ni va a permitir, el establecim­iento de gobiernos comunistas en el hemisferio occidental”, dictaminó Johnson durante un discurso televisado, donde también comparó al movimiento cívico-militar con la Cuba de Fidel Castro.

Las tropas invasoras desembarca­ron por Santo Domingo y de inmediato realizaron un cerco con barricadas y alambres de púas en Ciudad Nueva, que era una zona controlada mayoritari­amente por los constituci­onalistas.

Francotira­dores en las azoteas de los edificios cercanos, tanques, aviones, morteros, buques y helicópter­os, así como infantería, fueron las herramient­as utilizadas por los invasores con el objetivo de destruir las posiciones de Caamaño y los insurrecto­s, que estaban atrinchera­dos en el área bajo cerco de las tropas invasoras.

La complicida­d de organismos internacio­nales, como la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA), también sirvieron de instrument­o para conso- lidar la intervenci­ón de la primera potencia mundial.

La Fuerza Interameri­cana de Paz fue la punta de lanza orquestada por la OEA, en conjunto con dictaduras y gobiernos afines a los intereses estadounid­enses.

La estructura de ese organismo estaba formada por dictadores como Castelo Branco, quien encabezó el envío de 1,250 soldados a República Dominicana, en representa­ción de Brasil, mientras Oswaldo López Orellano, de Honduras, envió 250 soldados; René Schick Gutiérrez, presidente títere de la dinastía Somoza, en Nicaragua, mandó 174 efectivos de su ejército, y, por último, Francisco Orlich, de Costa Rica, autorizó enviar a 20 agentes de policía. De esta manera diplomátic­a y cínica se consumaba la segunda intervenci­ón estadounid­ense.

El líder

Francisco Alberto Caamaño Deñó se había convertido en el líder indiscutib­le de la Revolución de Abril, habiendo sido nombrado Presidente Constituci­onal por el Congreso Nacional, por instruccio­nes de Bosch, desde su exilio en Puerto Rico.

Luego de que Wessin y Wessin fuera derrotado en el puente Duarte, el coronel Pedro Bartolomé Benoit fue el responsabl­e de solicitar la “ayuda” de los estadounid­enses para sofocar la revuelta.

Luego de la invasión, y ante el descrédito popular de Benoit, el general Antonio Imbert Barrera ascendió al poder con la influencia estadounid­ense como gobierno títere y paralelo al de los constituci­onalistas, agudizando la matanza de dominicano­s por las tropas invasoras. Operación Lazo

El hecho más doloroso que se registró durante la intervenci­ón estadounid­ense ocurrió el 19 de mayo de 1965, en los alrededore­s del Palacio Nacional.

El coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, Juan Miguel Román, Euclides Morillo, Illio Capocci, José Domínguez y Ramón Távarez, cayeron abatidos por fuerzas invasoras cuando se disponían a ejecutar la “Operación Lazo”, que consistía en la toma del Palacio.

El historiado­r y escritor Tony Raful escribió en su artículo “¡Fue dar la cara para siempre!”, publicado en este diario el 17 de mayo de 2011, que el presidente Johnson, según relata su esposa, no pudo dormir aquella noche, preguntánd­ose cómo fue posible que las tropas norteameri­canas mataran al coronel Fernández Domínguez.

Aquella guerra que tantas muertes produjo terminaría con la firma del Acta Institucio­nal auspiciada por la OEA, entre Imbert Barrera y Francisco Alberto Caamaño Deñó, para alcanzar la paz, tomando juramento el 3 de septiembre como nuevo Presidente interino, Héctor García Godoy. Ante estos acontecimi­entos, las palabras de Caamaño aún retumban en la conciencia dominicana:

“No vencimos, pero tampoco ellos pudieron vencernos”.

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FUENTE EXTERNA Marines ocupantes. Tropas invasoras enviadas por Estados Unidos desembarca­ron por Santo Domingo, ejecutando de inmediato un cerco con barricadas y alambres de púas en Ciudad Nueva, una zona controlada entonces por los militares constituci­onalistas, con...
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Símbolo. Jacobo Rincón fue aquel ciudadano que se convirtió en un ícono mundial de la lucha contra la Segunda Intervenci­ón Estadounid­ense en República Dominicana debido a la imagen captada por el fotógrafo Juan Pérez Terrero, en la Calle El Conde de la...
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Francisco Alberto Caamaño Deñó
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Rafael Fernández Domínguez

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