“Siempre a solas con Fios”
Hoy es el quinto domingo de Pascua, y celebramos el día de Santa Catalina de Siena. Una gran Santa. “Fue una mujer valiente en las pruebas y con un profundo deseo de estar con el Señor en la oración, virtud que desarrolló desde que era apenas una niña. Sus primeros encuentros con Jesús los tuvo entre los cinco y siete años, en una visión que la llevó a tomar la decisión de consagrar su virginidad a Dios, todo esto en secreto. Pero sus padres tenían otros planes para ella. Querían casarla con un joven rico, por lo que su madre intentó persuadirla, alejándola del hábito que tenía de pasar el tiempo a solas en oración e insistiendo en que prestara mayor atención a su apariencia. Sin embargo, ella nunca renunció a sus momentos a solas con Dios, que supo equilibrar con su asistencia a los más necesitados, especialmente a los enfermos y los huérfanos.” (Rayo de Luz)
Ella, a los diecisiete años, en calidad de laica se incorpora a la Orden de Predicadores. Ella poseía una vitalidad singular, una gran fuerza de voluntad y tenacidad para seguir el camino que el Señor había señalado. Toma conciencia que la contemplación en soledad es estéril si no se abre a Dios y al prójimo. Lo cual la impulsa al amor a los pobres y enfermos. Crea un grupo de reflexión, “la bella brigata”, compuesto por amigos, laicos, predicadores y personas notables en las artes y las letras. En las reuniones se confrontan las grandes tendencias de la época con el Evangelio de Jesucristo y se predican compromisos. Según Catalina, “el ser humano no vive de flores, sino de frutos”. Escribe con frecuencia al Papa, a eclesiásticos, religiosos, religiosas, y a muchos laicos, entre ellos reyes y autoridades civiles. Autora de importantes obras de espiritualidad, corona su producción literaria con sus obras: Diálogo, Oraciones y Cartas.
Esos tiempos se caracterizan por rencores y convulsiones políticas. Pero Catalina une a su contemplación en el mundo, una gran destreza para las negociaciones políticas y un talento de dirigente de estado. El primero de abril de 1375 recibe los estigmas de la pasión, aunque lo que irradia es de luz y no de sangre. A sus 29 años los florentinos la nombran embajadora ante el Papa, emprende entonces viaje a Avignón. Se entrevista con el Papa Gregorio XI y consigue la reconciliación de la República de Florencia con la Santa Sede. También lo persuade para que retorne a Roma.
Se dedicó con eficacia, a llevar el bien, la virtud y la paz a personas de todas las clases sociales.