Ser “INVISIBLE”
“Es uno de los mayores miedos que podemos experimentar. Donde hay miedo no puede manifestarse el amor”, asegura la terapeuta Karina Pereyra.
Existen esas personas que son imperceptibles, que pasan desapercibidas o no son tomadas en cuenta por un conglomerado, o no se destacan, no son visibles, no son reconocidos..., pero están allí. Es solo que su presencia no es un hecho para los demás. Sobre el tema habla Karina Pereyra, terapeuta en Nuevas Constelaciones Familiares, quien aconseja evitar serlo y, cómo de manera sana y equilibrada la persona puede integrarse y hacerse presente. Al respecto responde algunas interrogantes.
¿Ser invisible forma parte de un rasgo de la personalidad o la persona decide ser invisible por un hecho en particular que le haya sucedido?
Conocernos a nosotros mismos es la gran finalidad de la existencia. Primero tenemos una imagen (cómo nos miramos) que nos lleva a elaborar un concepto (qué pensamos de nosotros). La elaboración de nuestro autoconcepto se forma a partir de dos pulsiones: estar ausentes y estar presentes. Oscilamos entre la necesidad de ser reconocidos y la necesidad de no llamar la atención o ser invisibles. Hasta ahí es algo totalmente normal. El movimiento hacia una pulsión o hacia otra dependerá de los contextos (familiares, sociales y personales) en el que nos encontremos.
El problema llega cuando la persona se traba en una única necesidad, ya que esto le llevará a aplicar los mismos esquemas a situaciones muy distintas y empezará a tener dificultades para socializar, generándole una sensación de frustración y dolor.