Civilidad y cortesía
Así como los golpes de estado a gobiernos salidos de las urnas han quedado en el tiempo y erradicados de la cultura política nacional, asimismo las diferencias que muchas veces parecían rayar en la enemistad personal entre las principales figuras partidarias felizmente ya son cosas del pasado. Las circunstancias y la propia realidad de los tiempos actuales ha ido enseñando a los políticos que se puede ser contrario al otro en el terreno de las ideas – que son válidos la confrontación y el ataque conceptual -, pero no en lo personal, incluso al punto de llevar las diferencias a la enemistad o a que ni siquiera los líderes puedan cruzarse algunas palabras protocolares. Al sectarismo sin sentido y las actitudes irracionales, no referenciadas en ningún manual de éxito, se han ido imponiendo la civilidad y la cortesía, elementos fundamentales para la convivencia en las sociedades de estos tiempos. Creemos que las figuras principales de la política - y del país - no deberían esperar el momento de la muerte de algún miembro importante de una de las parcelas, para encontrarse en el escenario triste de una funeraria, y aprovechar para un saludo o un cruce de palabras, que generalmente no pasa de un gesto protocolar, en el que puede haber un componente que va desde la cortesía a la hipocresía. Y lo ideal – y lo responsablesería que esos encuentros no fueran casuales o por los motivos citados, sino como parte de un cultura institucional, para discutir, para proponer y para aportar soluciones, en una gran mesa de debate de los problemas y los grandes temas del país, a ser encarados de buena fe por todos los sectores de la sociedad dominicana, no solo por los que gobiernan. Pero sabemos que en eso hay poca conciencia y mínima disposición, aunque sí mucho espacio para la crítica insana o interesada. Cuando no, se prefiere el morbo y sacarle filo, por ejemplo, a un gesto amistoso Danilo-Hipólito, al aparecer juntos en un acto en Santiago al que fueron invitados ambos; o al saludo de un minuto Leonel-Abinader en el pasillo de un avión en pleno vuelo, al coincidir las dos figuras en ruta Nueva York-Santo Domingo. Primarias aparte, la coincidencia de Danilo e Hipólito en un acto y de Leonel y Luis en un avión, no es para alarmar, sino para irlo viendo como algo normal, de civilidad y de cortesía.