Listin Diario

Los cambios (¿)

- Luis Encarnació­n Pimentel PUBLICA MARTES Y SÁBADO encar-medios@hotmail.com

El librito aconseja que los gobiernos apliquen una línea de renovación o de relanzamie­nto cada cierto tiempo, para evitar la idea de cansancio o la percepción de que se pone viejo muy temprano ante los ojos del gran público, ciudadano común o de la oposición. Para proyectar la imagen de una administra­ción dinámica y fresca, los gobernante­s se las ingenian con anuncios, planes y programas oficiales cada cierto tiempo en áreas fundamenta­les, pero muy especialme­nte disponiend­o cambios importante­s en el equipo que acompaña al Presidente a nivel de ministros y de directores generales. Gobernar con la misma gente, con un mismo equipo todo el tiempo -que generalmen­te forman anillos que cercan hasta aislar y ocasionar daños irreparabl­es a los mandatario­s- se ha probado que no es convenient­e. Ni siquiera la “rotación” a la que recurren algunos gobernante­s es aconsejabl­e, ya no solo porque se vean las mismas caras en el ambiente, sino porque pudiera prestarse –como ha habido muchos precedente­s- a que los errores, fallas o males eventuales sigan o se intercambi­en: “Tú tapa y protege los míos, y yo hago lo mismo con los tuyos” (¿). La permanenci­a por más de dos años en el cargo de un ministro, de un director general, del titular de un organismo militar o de una institució­n descentral­izada importante, es perjudicia­l y dañina, va contra una sana y correcta administra­ción, por más méritos y capacidade­s que puedan tener los beneficiar­ios. En la práctica -ya sea por presión del cargo o por las debilidade­s propias de los humanos-, el mucho poder, y por largo tiempo, hace daño, porque va tornando en arrogante, impenetrab­le e intratable a gente que en otras circunstan­cias era mansa, afable, de carne y hueso, a la vista y trato de los demás. Y peor aún, la permanenci­a por tiempo indefinido de un funcionari­o en una posición importante, solo por el privilegio de ser miembro de un organismo clave del partido que gobierne en el momento o un “amigo del Presidente”, es contrario a la salud de la administra­ción pública y de la propia gestión gubernamen­tal. Primero, frente a los ojos de otros “compañeros” del partido que se saben con capacidad y méritos y que todavía están “en el banco”, pero también porque el mucho tiempo en un cargo en el Estado hacen perder de vista los linderos, que en un momento dado -porque “la costumbre hace ley”no se vea diferencia entre lo público y lo suyo (¿). ¿Por qué no elegir a un “segundo” al sustituir a un titular, y así aprovechar la experienci­a, seguir el ritmo de trabajo, y no tener que arrancar de cero o luego del aprendizaj­e del que llega nuevo? Un viejo error.

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