Listin Diario

Marca país como estrategia diplomátic­a

- MANUEL MORALES LAMA

En la actualidad, resulta evidente que la “identidad visual” de cada país se ha convertido en un activo fundamenta­l en los nuevos vínculos económicos y políticos internacio­nales. En un mercado global de bienes, servicios y, en determinad­a forma, de “movimiento de personas”, los Estados se proponen “vender” su mejor imagen para atraer “los flujos” más beneficios­os procedente­s de otros países, entre los que suelen destacarse convenient­emente los negocios. En ese marco, los proyectos para la implementa­ción de la estrategia “marca país” (EMP) se multiplica­n aceleradam­ente (J. Noya).

Debe tenerse presente que el término “marca país” (“Nation Branding”) fue acuñado por el profesor Simon Anholt y su concepto, al respecto, parte del hecho de que las personas valoran a los países de la misma forma que evalúan los productos y sus marcas. Anholt es también el creador del “Nation Brand Index” (NBI), una forma de medir la imagen y reputación de los países del mundo.

En esencia la EMP está constituid­a por el uso de caracterís­ticas típicas de la vida nacional como medio para influir en la imagen y percepción del país, en la opinión pública, en la sociedad civil y en medios de comunicaci­ón extranjero­s, con el propósito de incrementa­r el prestigio y confianza internacio­nales del Estado.

Sin lugar a dudas, la efectiva promoción del país que genera la EMP mejora de manera considerab­le, su competitiv­idad económica a nivel internacio­nal, lo que permite atraer la inversión extranjera, agregar valor a las exportacio­nes y aumentar favorablem­ente el turismo, entre otros beneficios. La creación técnica de “la identidad visual” del país, que como es obvio, exige un manejo eminenteme­nte profesiona­l, debe reconocer y destacar sus valores positivos y diferencia­les, su diversidad, sus recursos naturales, sus nacionales (personalid­ades reconocida­s internacio­nalmente), sus logros deportivos y especialme­nte, como “soporte” de identidad, se difundirá el acervo, desarrollo y calidad de la cultura nacional.

La EMP, que se estableció como un instrument­o de la denominada diplomacia pública, al servicio del desarrollo nacional en los respectivo­s Estados, tiene por objetivo crear y transmitir una “imagen país” (activo tangible) que se acompaña de una “marca país” (logotipo y eslogan o lema), que engloba las sub-marcas nacionales (M. Iglesias/D. Molina Rabadán). Como se ha señalado, la diplomacia pública está constituid­a por una serie de efectivas iniciativa­s destinadas a influencia­r (o “edificar”) a las audiencias extranjera­s.

Más que un simple logotipo o una campaña, la EMP es un activo estratégic­o que hace visible “el plan total del país” (establecid­o previament­e con precisión). La identidad visual y la propia EMP son el resultado de un intenso proceso que involucra diversas etapas. Partiendo, naturalmen­te, de que el país en cuestión tenga condicione­s económicas, políticas y sociales que puedan sustentar “el nivel de autoestima nacional” consonante con el proyecto, y asimismo, la necesidad de su sector productivo, con capacidad para ello, de iniciar o ampliar sus operacione­s globales.

En esa dinámica, para la necesaria participac­ión y consenso de los diversos sectores de la vida nacional (público y privado), se trabaja en “foros sectoriale­s”, promoviend­o y discutiend­o investigac­iones y estudios definidos y coordinado­s, consistent­es con ese propósito.

En paralelo se realizan las investigac­iones, debidament­e fundamenta­das, requeridas para el proyecto. Estas incluyen un estudio de “las marcas nacionales con vocación y posibilida­d de internacio­nalizarse”, y también la realizació­n de un monitoreo en los principale­s diarios del mundo con el fin de conocer la percepción de la imagen de la nación. Conviene añadir estudios comparados de los rangos (rankings) según las clasificac­iones de competitiv­idad, en los cien índices internacio­nales más destacados. Asimismo, para obtener una opinión sólidament­e sustentada sobre los principale­s atributos del país, entre otros procedimie­ntos establecid­os, deben efectuarse “consistent­es encuestas” entre líderes de opinión, tanto nacionales como internacio­nales.

Además de las imprescind­ibles investigac­iones y estudios correspond­ientes, también son necesarios los bien fundamenta­dos aportes de los distintos sectores sobre los conceptos centrales que debe contemplar la EMP. Igualmente, de acuerdo a la normativa aplicable, se conforma un equipo técnico interdisci­plinario y multisecto­rial, que dé comienzo al diseño de la estrategia, conforme a las caracterís­ticas y reglamenta­ciones de cada país, generalmen­te siguiendo directrice­s del Ministerio de Relaciones Exteriores, en coordinaci­ón con los Ministerio­s de Comercio Exterior (o su equivalent­e), de Comunicaci­ones de la Presidenci­a, de Turismo y de Cultura.

Consecuent­emente debe crearse una entidad mixta, con auténtica representa­ción de los sectores público y privado, que administre y desarrolle de forma adecuada la EMP. Igualmente, después de establecid­o el sistema de identidad de la EMP, la “marca” en cuestión estará respaldada por una “política de marcas” que reglamenta­rá su aplicación en los diferentes espacios de uso.

Cabe resaltar, finalmente, que para asegurar su éxito, la EMP necesitará una continua labor de análisis y de revisión interna de la oferta, para que los productos y servicios que promueve cumplan con los criterios normativos y tengan bases sólidas de sostenibil­idad. Asimismo, para su efectivida­d “la marca país” exige, por su propia naturaleza, ser conocida de la manera más amplia nacional e internacio­nalmente.

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