Listin Diario

El poder sobre los demonios

- PABLO CLASE HIJO

Aquel día de reposo, a principios de su ministerio, Jesús terminaba de enseñar en la sinagoga de Capernaún, cuando, de pronto, se oyó la estruendos­a voz de un hombre con espíritu inmundo. En la tradición judía equivalía a un endemoniad­o, y esta víctima de Satanás solo podía ser liberada, echando fuera al demonio, esto es, mediante un acto de exorcismo. Tan pronto vio al Hijo de Dios, el espíritu impuro gritó: “¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirno­s? Sé quién eres, el Santo de Dios”. El demonio reconocía quién era realmente Jesús, y adoptaba una actitud defensiva, pues sabía de su poder sobrenatur­al y temía su destrucció­n. Advertía que no iba a recibir de él solo una repren- sión, sino su expulsión definitiva. Además, estaba sagazmente consciente de que él y Jesús pertenecía­n a dos reinos radicalmen­te opuestos, que nada tenían en común. En efecto, el maligno le llamó “el santo de Dios”, con lo que afirmaba la santidad y deidad de Jesús. A continuaci­ón, Cristo reprendió a aquel espíritu, diciéndole: “¡Cállate, y sal de él!”. Nótese que el Señor echaba fuera los demonios con el poder de su sola palabra, sin efectuar ceremonia, rito o fórmula alguna, es decir, sin hacer ninguna representa­ción de exorcismo. Su palabra poderosa bastaba para imponer su autoridad. Ante el mandato imposterga­ble, el espíritu impuro hizo que el hombre sufriera un ataque, y gritando con gran fuerza salió de él. Los presentes en la sinagoga quedaron atónitos. “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, con qué autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?”, se preguntaba­n. En definitiva, Jesús había demostrado autoridad absoluta tanto para enseñar como para doblegar incluso a los demonios (ver Marcos 1:21-28).

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