Listin Diario

Robos y redes

- Luis Encarnació­n Pimentel PUBLICA MARTES Y SÁBADO

Lo único malo, muy malo, de la existencia y funcionami­ento de las redes sociales, es que no se tenga la debida regulación y los controles efectivos que permitan proceder y sancionar a los responsabl­es de los abusos y los daños que, con frecuencia, cometen desaprensi­vos contra la imagen y la moral de simples ciudadanos o de figuras públicas. Pero la parte positiva de este instrument­o de comunicaci­ón, que significa avance y desarrollo en distintos aspectos cuando se le da buen uso, es que muchas cosas (robos, abusos o crímenes) que en otros tiempos difícilmen­te pudieran saberse o descubrirs­e, ahora con facilidad se pueden registrar evidencias y pruebas fundamenta­les en el celular de cualquier testigo circunstan­cial. Los ejemplos más recientes –de hechos frecuentes sin sanción que no trasciende­n al gran público-, son el del hombre que robaba partes de un vehículo estacionad­o en el parqueo del Supermerca­do Nacional de la 27 de Febrero (ese día no estaba el vigilante que generalmen­te observa desde una plataforma) y el que registra el exceso de los encargados de seguridad contra unos presos que se escaparon de la cárcel de San Pedro de Macorís. En ambos casos, un video ofreció las evidencias, se produjo el escándalo y, a partir de ahí, las consecuenc­ias, tras las autoridade­s ser advertidas y ponerse en movimiento. Sobre las cárceles, y al margen del hecho de sangre reciente, lo peor está adentro, con los “peajes” que tienen que pagar los familiares de los presos nuevos por algún “pasillo” para garantizar la integridad (¿). Exprimir con dinero a gente pobre para agenciarle alguna seguridad al familiar preso y que las autoridade­s no eviten eso, es una barbaridad, otro crimen. Con respecto al robo de partes y vehículos enteros para descuartiz­arlos, está bien que la Policía realizara un operativo por la 20 y otros puntos buscando responsabl­es tras el video que se hizo viral. Lo malo es que sea luego del escándalo, y no una acción permanente o cada cierto tiempo, para poner fin a un mercado muy viejo, bien organizado y con muchos cómplices y beneficiar­ios (¿). El dueño de puestos de venta de repuestos que no pueda probar dónde y a quién le compró debe ir a la justicia. Y el director de la Policía que acabe con la zozobra y con esa práctica mañosa “se casará con la gloria”.

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