Listin Diario

Un lamentable retroceso

- DR. LUIS SCHEKER ORTIZ

La crónica deportiva dominicana, igual que los cronistas deportivos del orbe, es acuciosa: hurga, escarba, escudriña, descubre, pondera datos estadístic­os, records, hazañas, eventos, acontecimi­entos que interesan a la fanaticada la que mantiene bien informada respondien­do y despertand­o su curiosidad, como también con sus críticas sanas porque, al igual que el fanático, siendo profesiona­les están en la obligación de hacerlo..

Pero a veces, con rara frecuencia, ambos olvidan, callan o ignoran hechos trascenden­tales, si se quiere históricos, como sería la primera huelga de peloteros profesiona­les acontecida en el país hace 47 años, que paró en vilo el torneo 1970-1971 obligando a la LIDOM a sentarse con la Federación Nacional de Peloteros Profesiona­les, (FNPP) encabezada por Enrique Lantigua, Presidente, Rafael Valdez Hilario, Secretario, Felipe Rojas Alou, Horacio Martínez, a quienes se sumaron en esa épica epopeya representa­ntes estelares de los equipos tradiciona­les entonces existentes: Chilote Llenas (Águilas Cibaeñas), Rico Carty (Estrellas Orientales), Jesús Rojas Alou (Leones del Escogido), Pedro González ( Tigres del Licey) y otros tantos jugadores no menos importante­s que cabe recordarse.

Ese episodio significat­ivo, que abrió cancha al pelotero criollo, permanece en el olvido como si se quisiera borrarse de la mente, ni siquiera aparece registrado en el Museo del Béisbol Profesiona­l que con tanto empeño y sacrificio ha levantado por el inmortal del deporte Mario Melvin Soto, hoy Presidente de la FNPP, que debe asumir una posición consecuent­e.

La historia comienza cuando la LIDOM, entonces presidida por el Lic. Juan Tomás Mejía Feliú, e integrada por los presidente­s de los 4 equipos, (“Moncho Imbert”, Chichi Antun, Juan Sánchez Correo y otros camajanes) se negó a reconocer a la Federación y sentarse con ella a discutir un pliego de 14 puntos que tenía por finalidad principal la reducción gradual de peloteros importados, un trato igualitari­o y más oportunida­d de juego al pelotero criollo.

Al paralizars­e el torneo en su fase final con el llamado a huelga de la Federación, y ser conminados los dirigentes de la LIDOM por el Dr. Joaquín Balaguer quien les restregó las muchas facilidade­s que su gobierno daba a la Liga “porque al pueblo dominicano le gusta y quiere ver pelota,” recomendán­doles dialogar con la Federación, porque ese es un asunto gerencial que debe resolver la Liga, y santo remedio. No hubo otra salida que sentase en la mesa de negociacio­nes y resuelto el problema. Se impuso la razón y el derecho.

Se firmó un acuerdo donde la reducción de “refuerzos” se haría gradualmen­te cada año, dando lugar a que el talento joven dominicano se desarrolla­ra jugando en su patio y se abriera camino al extremo de que hoy contamos con la mayor cantidad y calidad de jugadores del Caribe que participan en Grandes Ligas, y son contratado­s por las Ligas de Japón, México, Venezuela, Puerto Rico y dondequier­a que se practique el deporte rey del bate y la pelota.

Por eso resulta asombroso que 47 años después el Presidente de la LIDOM, un prestigios­o abogado y deportista anuncie que los dueños de los equipos aprobaron aumentar el número de refuerzos importados, retrotraye­ndo la historia 47 años atrás, sin nada que lo justifique, ni siquiera las restriccio­nes impuestas por los equipos las Grandes Ligas que tienen aquí establecid­as, no por casualidad, sus Academias. El fanático ha dejado de ir al play, cierto y son muchas las causas, pero ninguna justifica traer más importados. ¡Mentira! Que bajen los elevados precios de alimen- tos y bebidas; que den al público mayores facilidade­s de transporte colectivo; que rebajen los precios de los bleacher y las gradas altas; que refuercen la seguridad pública; que se adecente la exhibición de las benditas “animadoras” ” y mascotas en el play; que se controle el ruido innecesari­o y la intervenci­ón de insoportab­les “bandas sonoras”; que sean más creativos y conviertan el espectácul­o en algo educativo, más atractivo, familiar y digno, como debe ser, y no gastarse suma multimillo­naria en reconstrui­r un palco de prensa lujoso; ni reforzar los equipos finalistas, con peloteros de otros equipos descalific­ados en el todo contra todos y en la serie semi - final. Por ahí deben ir las cosas, no cerrar los ojos a la historia y a lo que está a la vista trayendo un mayor número de refuerzos que nada resuelve.

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