Corrupto por vocación
La vocación es producto de una inclinación natural a realizar una actividad sin tener que recurrir a subterfugios para obtener el éxito que se espera. Es importante aclarar, que en la vocación hay un fuerte componente de espontaneidad que permite al sujeto actuar con un buen desempeño en cualquier decisión a tomar.
Es la razón por la que, al elegir un camino que trace las pautas en el desarrollo personal, no requiere de mucho esfuerzo tomar la decisión que se entienda más favorable. Desde esa perspectiva, existe una propensión a establecer parámetros en determinados ámbitos que faciliten el trabajo que se realiza.
Por otra parte, hay una actividad que requiere de habilidades especiales, es la corrupción en el ámbito social, político y hasta religioso. Pero donde esta deformación de la persona se manifiesta con mayor descaro es en el político.
La razón es simple, siempre involucra a personas que deben rendir cuentas de su ejercicio público. De modo, que un corrupto es alguien que no repara en enriquecerse con el menor esfuerzo y sin remordimiento por su atolondrado proceder en una carrera hacia una ambición sin límites.
En esa virtud, su “buen olfato” siempre le dice que la impunidad es su mejor aliado. No olvida, que al tener una bien ganada fama de hacedor de riquezas, hace gala de una vocación al trabajo, que despliega con sinigual soltura en el territorio que marca con precisión milimétrica.
De manera, que el corrupto por vocación (no la vocación del corrupto) cuenta con las herramientas necesarias para actuar con el descaro de enfrentar a una sociedad cada vez menos dispuesta a soportar la falta de escrúpulos y remordimientos.