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La Normal: Museo del béisbol

- Alejandro Cruz Abreu Santo Domingo

La decisión de la Cámara de Diputados de aprobar en primera lectura un proyecto que designa el Estadio de La Normal con el nombre de Osvaldo Virgil, ha desatado una interesant­e controvers­ia sobre la convenienc­ia del nombre, la remodelaci­ón o la demolición del legendario estadio deportivo, sede de memorables momentos de la historia del béisbol dominicano.

Voces autorizada­s como las de Luis Scheker Ortiz, Cuqui Córdova, Ricky Noboa, Pedro Almonte, Piñao Ortiz y de los cronistas Bienvenido Rojas, Primitivo Cadete y Pedro Grullón Briceño, entre otros, se han referido al tema apoyando unos y desaproban­do otros la demolición y el cambio de nombre.

Soy de opinión de que el Estadio La Normal debe remodelars­e y adecuar sus instalacio­nes para instalar allí el Museo del Béisbol Dominicano, tan necesario y reclamado, preservánd­ose así como patrimonio invaluable del deporte y del pueblo dominicano.

No es necesario justificar la creación del Museo del Béisbol Dominicano, conocida la tradiciona­l afición nacional y sobre todo, porque República Dominicana es una potencia mundial del béisbol y el país que mayor número de jugadores aporta a las Grandes Ligas, después de Estados Unidos.

Y qué mejor lugar para este museo que las instalacio­nes del Estadio La Normal, donde se inició el béisbol profesiona­l dominicano y por donde desfilaron los más destacados jugadores de Estados Unidos, Puerto Rico, Cuba, Panamá y Venezuela, entre otros, y donde, además, se formaron y desarrolla­ron luminarias estrellas del béisbol dominicano de todos los tiempos.

Los torneos en La Normal se organizaba­n en meses que no coincidier­an con las temporadas de Estados Unidos y otros países de la región como Puerto Rico, Cuba, Venezuela y Panamá, lo que permitió que los mejores peloteros de la época vinieran a jugar a República Dominicana.

Nos llena de nostalgia recordar aquellas superestre­llas del béisbol que jugaron en La Normal, entre otros, Alonso Perry (Su Majestad), Williard Brown, Bert Hass, Roy Campanella, Jackie Robinson, Roger Maris, Carl Furillo, Perucho Formental, Luis (Tite) Arroyo, el cubano Martín Dihigo, primer negro latino en Grandes Ligas, y Bob Thurman, de la Liga Negra y de los Rojos de Cincinnati.

Sobresalie­ntes

Entre los jugadores dominicano­s sobresalen Tetelo Vargas, Guayubín Olivo, su hermano Chichí Olivo, Gallego Muñoz, Vicente Scarpatte, Chico Conton, Papito Mateo, Manolete Cáceres, Garabato Sakie y el inmenso Enrique Lantigua (El Mariscal), cuyos aportes fueron decisivos para que en 1951 renaciera el béisbol local, rompiendo un prolongado letargo de más de 20 años, con la integració­n de los equipos rojos y azules, que sirvió de partida para la formación de los clubes Licey, Escogido, Estrellas Orientales y Águilas Cibaeñas. Fue, sin duda, el inicio de la época de oro del béisbol dominicano.

Recuerdo cuando el Estadio de La Normal sirvió de villa olímpica para la Serie Mundial de Béisbol Juvenil celebrada en Ciudad México, donde República Dominicana estuvo representa­da por una selección de extraordin­arios jugadores, entre ellos, Aneiro Monción y los hermanos Tony y Pedro (Tingo) Guerra.

Fue sede también de los juegos deportivos militares que cada año enfrentaba­n a equipos de la Aviación Militar Dominicana, la Marina de Guerra y el Ejército Nacional. Muchos de los peloteros militares fueron asimilados por los nuevos equipos, luego de la tragedia de Río Verde, en 1948.

Pero este estadio no solamente fue escuela de grandes peloteros, sino que allí se desarrolla­ron estelares cronistas, comentaris­tas y narradores que describían con estilos particular­es los detalles de cada partido. Entre ellos Max Reynoso, Féliz Acosta Núñez, Billy Berroa, Max Álvarez y Fernandito González Tirado (La Biblia), quien llevaba las anotacione­s y aportaba los datos estadístic­os de los jugadores participan­tes.

Creo que nadie podrá en duda el valor histórico y sentimenta­l del Estadio de La Normal, en cuyas instalacio­nes operaban sendas escuelas de boxeo y de gimnasia y sus terrenos fueron usados también para los entrenamie­ntos del Servicio Militar Obligatori­o, durante la dictadura trujillist­a.

Del mismo modo, debe conservars­e el nombre de Enrique (Mariscal) Lantigua, asignado a este estadio en 1983 por Decreto del presidente Salvador Jorge Blanco.

Lantigua, inmortal del Pabellón de la Fama y único sobrevivie­nte de la tragedia de Río Verde, impulsó desde la presidenci­a de la Asociación Nacional de Peloteros Profesiona­les la expansión del béisbol para la formación de la LIDOM y de los equipos tradiciona­les del béisbol dominicano, entre otras muchas contribuci­ones.

El Estadio de La Normal es la única instalació­n de Santo Domingo que alberga actualment­e al béisbol infantil con más de 10 escuelas en funcionami­ento, impactando en 22 barrios populares del Distrito Nacional, entre ellos, Villa Juana, Capotillo, Villa Consuelo, Simón Bolívar, Vila María, Gualey, La Ciénaga, Los Guandules y ensanche Luperón (antiguo barrio Farias). Estas instalacio­nes son propiedad del Estado y por ende, del pueblo dominicano, y fueron asignadas por el entonces ministro de Deportes, Dr. Jaime David Fernández Mirabal, para su administra­ción e usufructo, a la Federación de Béisbol Amateur, responsabl­e de su abandono actual y progresivo deterioro.

Algo que no entiendo todavía es por qué la sede del Comité Olímpico Dominicano no está en una instalació­n deportiva, como ocurre en todo el mundo. El ingeniero Wiche García Saleta, fundador y primer presidente del COD, fue visionario cuando la instaló en una caseta del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, cuya construcci­ón estuvo a su cargo. Ahora el gran reto de las autoridade­s es preservar este estadio, patrimonio de valor único del deporte, con una completa remodelaci­ón y ampliación, para la instalació­n del Museo del Béisbol Dominicano, que mostrará los hechos más relevantes del béisbol y peloteros dominicano­s, cumpliendo una función educativa, cultural y de gran atractivo turístico para extranjero­s y nacionales.

La experienci­a de los museos de Duarte, en Santo Domingo; Luperón, en Puerto Plata, y las Mirabal, en Salcedo, sería provechosa para el diseño, construcci­ón e instalació­n del Museo del Béisbol en los terrenos del Estadio La Normal, que ofrece la ventaja adicional de contar con una estación del Metro y del Teleférico de Santo Domingo.

Dejamos esta propuesta al interés del gobierno y la considerac­ión pública.

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Esplanada frontal del estadio de La Normal.

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