¡Hasta cuándo!
Aunque la intención hubiese sido referirnos al tema Odebrecht y las interrogantes de si en la pieza acusatoria están todos los que son, o si dentro de los ausentes hay más faltas de pruebas que de culpabilidad, lo acontecido en estos últimos cuatro días obliga a variar la agenda.
Siete mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas indican no un rebrote, sino la reiteración de una realidad bochornosa que ha desbordado la capacidad de respuesta del Estado. Repartidas en diferentes provincias, las tragedias, perpetradas con armas blanca, de fuego y por envenenamiento, tocaron a damas en edades oscilantes de 28 a 36 años donde lo grave fue que algunas fueron llevadas a cabo pese a la existencia de mandatos de alejamiento contra sus perpetradores.
Pese a que había una orden de captura desde hacía dos meses por haberle fracturado una pierna a Bélgica Jiménez Gómez, extrañamente Sandy Valdez Florimón “no pudo” ser encontrado por las autoridades y el pasado 7 de junio fue a su casa y la mató junto a su amiga Anabel Paulino.
Uno de los hechos más recientes aconteció hace dos días en Santiago donde Ana Celia Reyes fue ultimada a balazos por su expareja Juan Rufino Morel, quien ya había advertido que lo haría y que también tenía una orden de distanciamiento. Algo que indica en mayúsculas, primero el grado de indefensión de las damas, y segundo, la ausencia de una política efectiva para protegerlas.
Decir que no se está haciendo el trabajo, sobre todo al ver los esfuerzos del Ministerio Público, la Policía Nacional y el Ministerio de la Mujer sería injusto, pero es obvio que a la luz de los resultados los mismos han sido muy insuficientes.
Y es que a juzgar por cifras oficiosas, el primer semestre del año compiló 40 feminicidios, lo que es igual a la escalofriante cifra de seis asesinatos mensuales, dato que se agrava si se contabiliza las agresiones en las que, aunque la mujer no muere, resulta herida o afectada. Urge pues, darle más carácter al asunto y cambiar lo que se está haciendo si es que queremos ver resultados diferentes.
El problema es complejo y multifactorial por lo que demanda de soluciones multisectoriales que junto a lo legal y lo coercitivo, involucre un cambio de mentalidad para poder conjurar una situación que nos lacera y nos vence.