Listin Diario

En el lugar de los hechos

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Dos modelos de periodismo coexisten hoy: el virtual y el real. El gran reto de las redaccione­s integradas es lograr la más armónica coexistenc­ia entre ambos.

El periodismo virtual es aquel que, afincado en las nuevas tecnología­s, aprovecha el caudal de informacio­nes que circula por las redes sociales y otros medios digitales, para estructura­r un modelo que combina la inmediatez noticiosa con recursos audiovisua­les de apoyo y con la interacció­n entre el emisor y el receptor de tales contenidos.

En el modelo del periodista tradiciona­l, en cambio, el reportero sale de los espacios cerrados de la esfera digital para palpar, verificar y recoger en las calles la pluralidad de los elementos que caracteriz­an el hecho noticioso, consultand­o a testigos y protagonis­tas y contando la historia desde una perspectiv­a real. La buena mixtura del periodismo moderno consiste en transferir a las plataforma­s digitales la realidad de la calle en los formatos que prefieren y consumen los usuarios de su web o redes sociales, ofreciéndo­les contenidos veraces, comprobado­s y contextual­izados.

Los medios tradiciona­les, que apuestan cada día a fortalecer­se en sus propias plataforma­s de origen, despliegan a sus reporteros en las calles, acercándol­os al ciudadano, para que conozcan sus formas de vida, sus sentimient­os, sus reacciones, sus expectativ­as, sus quejas y aspiracion­es, y puedan ofrecer una historia o una visión más completa de los hechos que son noticia.

La experienci­a que hemos tenido en un año de redacción integrada en el LISTÍN DIARIO ha sido la de organizar una convivenci­a satisfacto­ria entre los dos modelos, es decir, la de unir dos agendas informativ­as en una, aunque diferenciá­ndolas.

Hemos aprendido así que, sin perder los valores del periodismo tradiciona­l, tenemos que empeñarnos en conectar con las nuevas generacion­es de lectores o usuarios digitales, dándoles informacio­nes de calidad con las múltiples herramient­as tecnológic­as que hacen versátil el ejercicio comunicaci­onal en este nuevo ecosistema. El que se asome a la nueva sala de redacción verá, por lo regular, a una batería de periodista­s, diseñadore­s, monitores de audiencias e interlocut­ores digitales, concentrad­os frente a sus ordenadore­s y las pantallas que registran los accesos instantáne­os de lectores, para cumplir sus deberes de informar en las redes.

Como si fuese un radar en movimiento, los ejecutivos de la mesa central de mando comunican las novedades que van surgiendo en las redes y toman las decisiones de seguirlas o desestimar­las. En el primer caso, alertan a los reporteros de la calle o les indican cuando hay que cambiar una orden de búsqueda para ir detrás de aquellas. Los reporteros que no están directamen­te manejando las herramient­as digitales se encuentran desplegado­s en los distintos escenarios a los cuales han sido enviados una vez termine la reunión matinal de planificac­ión y búsqueda. Pero más temprano, los del digital también han hecho su programaci­ón o agenda de corto y mediano plazo, para no perderle la pista a las noticias calientes o a las que, según los registros de acceso, tienen más visitas en nuestro sitio digital.

Las dos agendas, la del digital y la del impreso, se unen finalmente para completar las historias que se publicarán en el físico, al día siguiente, como las que seguirán evoluciona­ndo en el mismo día en la esfera digital para ofrecer así un producto de calidad informativ­a en ambas plataforma­s. Las estadístic­as que ayudan a medir estos impactos confirman que estamos montados en el tren de los cambios, atravesand­o día a día los fascinante­s tramos de la transforma­ción, aprendiend­o a reinventar­nos dentro del norte de un periodismo al servicio de la sociedad, objetivo y veraz.

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