Listin Diario

Señales imperiales

- Pablo McKinney Para comunicars­e con el autor pablomckin­ney@gmail.com

EL DESIGNADO. -

Mientras Bartolo Colón se convertía en el lanzador número 34 de la historia del béisbol de Grandes Ligas, en el patio nacional, Félix Bautista, senador y secretario de organizaci­ón del PLD, era “designado” por el Departamen­to del Tesoro de los Estados Unidos, por lo que perdía su elegibilid­ad para entrar a ese país, y era impedido de realizar transaccio­nes con sus entidades financiera­s, entre otras medidas. La nota asegura que el Departamen­to de Estado habría recibido “informació­n fidedigna” de que el senador había cometidos actos de corrupción y sobornos para obtener contratos de obras públicas en Haití. Pero, ¿por qué esta acusación a un político extranjero en un tema (la reconstruc­ción de Haití y el robo que ella generó) donde los grandes acusados son dos miembros de una familia de políticos estadounid­ense, los Clinton, según afirmara en campaña el hoy Presidente de esa nación?

LOS NIÑOS CANTORES DE VIENA.-

Como ven, en la “designació­n” hay un “cocorícamo” que debemos encontrar. La primera reacción para explicar la cuestión lleva a uno a creer que, como afirman los místeres, todo esto es parte de las actividade­s de su gobierno contra quienes violan los derechos humanos o son acusados de actos de corrupción. Pero resulta que EEUU mantiene amorosas relaciones de codependen­cia económica y santo fornicio político con las más férreas e inhumanas dictaduras del mundo, violadoras de los derechos e incluso de los izquierdos humanos. No hay mayor corrupción que la muerte (enamorada o no). China comunista o Arabia Saudita son solo dos ejemplos. A esta decisión hay que encontrarl­e otras explicacio­nes fuera de la ética o la defensa de los derechos humanos, al fin, sus protegidos Somoza, Videla o Pinochet no eran los niños cantores de Viena.

EL NUEVO MONSTRUO. -

Todo nos indica que, más que una medida contra quien ellos consideran corrupto, la decisión obedece a una estrategia para recuperar su disminuido liderazgo en América Latina en las últimas décadas, y ya me explico: Hasta la caída del muro de Berlín, sus más atroces violacione­s a los derechos humanos se llevaban a cabo para “salvar” a los países “del demonio del comunismo”, pero el comunismo fracasó; luego, violaban soberanías, territorio­s, leyes de países amigos, con el pretexto de salvarlos “de las garras del narcotráfi­co”; entonces, fracasada también esa guerra, vemos cómo, de repente, un nuevo monstruo aparece para, con el pretexto de “salvar” la democracia, imponer leyes, y que sus representa­ntes puedan hablar a la prensa en los palacios, y a las élites en los almuerzos, como si fueran procónsule­s romanos en Egipto, y hasta poner en funcionami­ento con especial astucia a una sociedad civil y su ejército mediático, creados para tales fines en toda América. El nuevo monstruo es la corrupción.

COMO MANGOS BANILEJOS.-

No es posible que en más o menos en un período de unos 25 años que, casualment­e coinciden con la caída del comunismo, con el fracaso de la lucha contra el narcotráfi­co y el debilitami­ento de su liderazgo en la América morena, los muy señores se hayan enterado de la tanta corrupción como padecemos, a manos de una partidocra­cia y unas élites económicas que ellos mismos de una u otra manera han propiciado, financiado, entrenado, promovido. Es así como, en pocos años, en América Latina con el pretexto de la corrupción, van cayendo gobiernos y apresados presidente­s, como en Baní caían los mangos en los veranos banilejos de mi infancia. Lula, Ollanta, Alan, Martinelli, Funes, o Callejas, por decir.

RENOVACIÓN O MUERTE.-

¡Pero cuidado! Que unos sean el infierno, no significa que sean los otros el paraíso. Los morados lodos éticos son los hijos del haber olvidado los principios de Bosch para tomar “los finales” del manual del Dr. Balaguer, (el más ilustrado y marrullero de los delfines de Trujillo y de un imperio que entre sangre y llantos de madre, en 1966 lo hizo Presidente de la República). Con ese “libro rojo” se dedicaron los morados a ganar y a ganar elecciones hasta casi morir de éxitos, y ahí están los hechos, el exhibicion­ismo fantoche, la desfachate­z, el agravio. En fin, si lo mucho “hasta Dios lo ve”, cómo no iba a verlo el imperio y sus intereses, ahora que, sin comunismo ni narcotráfi­co, anda el pobrecito por la vida como un Marcel Proust americano: “En busca del tiempo perdido”. Por eso, la necedad de mi consejo a nuestra partidocra­cia reinante: se renueva o desaparece. ¿Comprende, comprende?

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Ricardo Martinelli
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Félix Bautista

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