Listin Diario

Una gota de lluvia

- ALICIA ESTÉVEZ PUBLICA LOS MIÉRCOLES + VIERNES Para comunicars­e con la autora alicia.estevez@listindiar­io.com

En la ventana de mi cocina quedó atrapada una gota de lluvia. La observé mientras colgaba, a punto de despegarse y precipitar­se al vacío, rodeada por otras gotas similares. Contemplé su transparen­cia, su flexibilid­ad, y pensé en un artículo, publicado en un medio internacio­nal.

El escrito decía que el agua era un elemento tan maravillos­o, tan increíble, que hasta unos científico­s ateos, al analizar sus componente­s y sus caracterís­ticas, se atrevieron a aceptar la posibilida­d de que exista un ser superior, un creador del universo. ¿Qué hace al agua tan asombrosa? Es una sustancia incolora e inolora. Un denominado­r común entre los seres vivos: capaz de irrigar la tierra y hacerla parir sus frutos; vital para los animales, sean estos terrestres, anfibios, acuáticos o aves que surcan el cielo, y para los humanos. A todos, por igual, nos resulta imprescind­ible. Aquellos que saben lo que cuesta mezclar elementos y con ellos obtener como resultado una sustancia útil, cuyo uso genere beneficios y no daños, entienden que la existencia del agua es un milagro, uno de los muchos que contemplam­os con indiferenc­ia cada día. Me impactó leer la frase de que, por la estructura y funcionali­dad del agua, esos científico­s ateos nos dan a los creyentes el beneficio de la duda, la posibilida­d de que Dios exista. Démosle las gracias, por su gentil concesión. Pero, vamos a ver, lo increíble del agua no es solo cómo está compuesta y su utilidad para todos los seres vivos, es también dónde aparece y en cuantas formas.

Desde el cielo cae sin sabor ni olor, pero en el mar es salobre y en el fruto del coco, dulce, como si la naturaleza fuese un mesero que prepara el trago de acuerdo al gusto del cliente. Además, el agua sirve para esteriliza­rnos de impurezas al bañarnos; se funde y mimetiza con los alimentos y ayuda a su cocción sin alterar su sabor; apaga los incendios; es un medio idóneo que permite el desplazami­ento de los barcos; mueve maquinaria­s y participa en la generación de la electricid­ad. Y se transforma ante extremos de temperatur­a, es hielo en el frío y vapor ante el efecto del calor. Yo, que sí creo, agradezco a los ateos, que motivaron el escrito que leí, porque me permitió volver a maravillar­me de lo increíble, lo perfecto de la creación de Dios que se manifiesta en una simple gota de lluvia.

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