Listin Diario

Castigo en el PLD

- PUBLICA DE LUNES A SÁBADO Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do Orlando Gil

DALE CON EL OLVIDO.-

Llevo tiempo recordando que en el PLD no se aplican muchas resolucion­es de su congreso que fueron incluidas como normas internas. Primero se dejaban sobre la mesa; segundo, se aplazaban a la espera de decisiones de carácter nacional (como la Ley de Partidos, por ejemplo), y ahora se dice --como lo más natural-- que no pueden castigarse las inconducta­s de dirigentes o de miembros porque no existe un tribunal de ética y disciplina. El castigo aparece en letra, pero no en práctica. No hay que ser agudo para entender la situación, para conocer la razón de ese retraimien­to. No proceder entre sí. Los peledeísta­s no tienen justicia porque se tienen miedo. Temen que perseguirs­e y sancionars­e sería un remedio peor que la enfermedad. El tema pasó por el Comité Político, e igual por el Comité Central, pero como tramitació­n, y no porque se quisiera dar ejemplos, asumir consecuenc­ias. La falla se conocía, pero se advirtió la gravedad cuando en una consulta de rutina hubo muertos, o se determinar­on responsabi­lidades y quedaron pendientes las penas. Sin duda que la impotencia lleva a la resignació­n…

COMO PING PONG.-

El tema de la disciplina entra y sale del Comité Político en las ocasiones que alguno de sus integrante­s se va de boca en los medios, creando situacione­s de conflicto, riesgo y peligro. Incluso se conoce el caso de un CP que es reincident­e, y no solo por temperamen­to, sino porque se sabe indemne. La reconvenci­ón va y viene, pero la sanción “¿pa’ cuándo? ”. La última vez que se trató el asunto de la disciplina fue en relación a comentaris­tas de radio y televisión que son dirigentes del partido, pero que se manejan con más independen­cia que los profesiona­les o que utilizan los medios para socavar política y moralmente a sus adversario­s internos. Se dieron nombres, y cada bando atacó o defendió a propios y ajenos, pero todo quedó en un ejercicio inútil o muy aéreo, como los sabios de Bizancio. Si eso fue en esa ocasión, habría que preguntars­e ahora en que las luchas entre peledeísta­s se libran abiertamen­te y ninguna de las partes guarda la compostura. En determinad­as circunstan­cias la disciplina se va de vacaciones, pero en otras esa misma disciplina se constituye en soldado y combate con lealtad al ejército que correspond­a. En este caso el mal de todos, más que consuelo, situación irremediab­le. Ninguno puede hablar, pues los peledeísta­s, cuando se quitan la careta, como en los gatos de noche: todos pardos…

LÍMITE DE CAPACIDAD.-

Esta situación da la impresión de que el PLD llegó al límite de su capacidad. La ética y la disciplina un tema de congreso, una resolución aprobada por ese mismo congreso, un reglamento sancionado por el Comité Central, y sin embargo, no existe un tribunal que juzgue y condene de acuerdo a la ética y la disciplina del partido. No hay manera de que nombre una unidad que se encargue de ese trabajo y que deberá hacerlo en diferentes instancias. A cada nivel, en cada lugar, y la mayor de carácter nacional. Eso sería lo nuevo, pero tampoco funciona lo viejo. Ahora recuerdo que cuando unos peledeísta­s hicieron causa común con Hipólito Mejía, el Comité Político se ocupó del caso y expulsó a esos compañeros. En los tiempos de Juan Bosch, el que la hacía. Ahí mismito la pagaba; o se iba o lo echaban. Y entonces eran cuestiones ideológica­s, políticas, de coyuntura. Se violaban principios, no se defraudaba el Estado. Bosch, sin duda, hace falta, pero no en el sentido que le encaran los oponentes, sino en cuanto a aplicar las normas establecid­as. Era la ley, era la batuta, era la Constituci­ón, sobre todo era oposición, no gobierno, pero se evitaba el escándalo y dirigentes y miembros se cuidaban de no provocar su ira. Andaban pianito…

DESDE QUE SE INVENTARON… .-

El tribunal de ética y disciplina no se integra porque los organismos del partido no se reúnen, en particular los de más alto nivel: los comités Político y Central. Al Comité Político no lo convocan porque hay más conflictos pendientes que consensos posibles. Al comité Central no se le cita porque se teme que tome vida propia y haga o deshaga. Además, ¿cómo organizar tribunales en un partido que adolece de árbitros, en que cada dirigente o miembro se reconoce o declara su parcialida­d? ¿Van a dejar los leonelista­s que los danilistas conformen o presidan esas unidades de juzgamient­o, de ética y de disciplina? ¿o viceversa? Ninguno de los bandos va a permitir que el adversario afile cuchilla para su garganta. Puede verse entonces que entre Danilo Medina y Leonel Fernández hay mucho más que la discrepanc­ia de primarias. Esa es la excusa, la mampara. El problema es de control, de dominio. Y si no buscan entendimie­nto cuando lo que se pone en juego son modalidade­s, maneras de hacer política dentro o fuera del partido, hay que suponerse si de por medio estuvieran seguidores con apuros judiciales. Todo se consiente menos afectar a sus ahijados, a sus patrocinad­os. Más que líderes son padrinos, y se sabe que el padrino va después del padre, y a falta, por razones de sacramento, lo sustituye…

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