Listin Diario

14 de junio: Recuerdo y compromiso

- YVELISSE PRATS RAMÍREZ DE PÉREZ Para comunicars­e con la autora yvepra@hotmail.com

“¡14 de junio, gloriosa fecha nacional!/sus mártires están/ en el alma nacional”.

¿Lo están, verdaderam­ente? Esos versos del himno que tanto entonamos en jornadas fervientes, suenan ahora desconocid­os para los jóvenes, y otros no tan jóvenes, en nuestro país.

Me atrevo a afirmar, y es más grave aún, que la intención bendita de honrar a aquellos muchachos indómitos que “con su sangre encienden/ la llama augusta de la libertad”, entre quienes dirigen y mandan la nación.

Lo creo, porque los propósitos, para hacerse realidades, tienen que transforma­rse en acciones, y las acciones han de ser acertadas, pertinente­s, y realizarse con auténtica pasión.

Es cierto que año tras año se organizan algunos actos que conmemoran la fecha, esfuerzo que se debe sobre todo a las asociacion­es, formadas por descendien­tes y algunos sobrevivie­ntes de la Raza Inmortal.

Pero en el día a día de las jornadas escolares, que son espacios esenciales de formación ciudadana, desde la educación inicial, ¿se canta el himno que intenta mantener los expedicion­arios en el alma nacional?

Los libros de textos de nuestra historia usados en las escuelas no dedican las páginas que merecen esa cohorte heroica que dejó atrás, sin un suspiro, estudios, profesione­s, familia, para acudir a librarnos de la tiranía trujillist­a.

Si mis lectores dudan de mi escepticis­mo, hagan sus propias investigac­iones; les proporcion­o una guía para la pesquisa.

¿Se preparan en los planteles de la famosa “Tanda Extendida”, representa­ciones que escenifiqu­en la llegada de los combatient­es, para que las tardes aburridas se conviertan en lecciones de historia que construyen una ciudadanía asumida consciente­mente?

¿Se crean premios especiales para que los estudiante­s investigue­n sobre la Invasión libertador­a del 14 de junio, preparándo­los así para hablar sobre ella a sus descendien­tes, con conocimien­to y persuasión?

¿Saben los capitaleño­s que el nombre de Jiménez Moya es el del comandante de esa expedición?

Las respuestas, creo que las sé. Hago de cuando en cuando encuestas informales en colegios y escuelas, y, gracias a que tengo 13 nietos y 11 bisnietos, dispongo de un universo propio para indagar cómo andan las cosas en la educación.

En el caso que me ocupa hoy, conocer y valorar lo que significó en su momento, y lo que simboliza ahora, la gesta de Abril, llego a mis propias conclusion­es para compararla­s con un estudio de caso elegido al efecto.

En Cuba, isla cercana a la República Dominicana geográfica­mente, y con los orígenes históricos que se encuentran, José Martí es un ícono, merecidame­nte.

En los viajes que he hecho a Cuba, visité varias escuelas.

En cada una de ellas, aun sin preguntarl­es, en una forma u otra, los alumnos desde los más pequeñitos, hasta los que cursaban bachillera­to recitaban algún poema de Martí, o se le aguaban los ojos comentando su muerte en el campo de batalla.

Conozco y amo las obras de Martí, las releo frecuentem­ente, soy martiana, al igual que hostosiana.

Si no fuera así, de todos modos me hubieran quedado grabados “Los Zapaticos de Rosa” y “La Rosa Blanca” que repiten frecuentem­ente los niños cubanos.

¿Por qué no se hace lo mismo en nuestro país? ¿Por qué no recitan “El Ave y el Nido” o “A la Patria” de Salomé, o declaman junto a Gastón Deligne, ante nuestra bandera “¡Qué linda en el tope está!”?

El poeta Fabio Fiallo en un poema: “¿Sabéis de esas preguntas misteriosa­s/que una respuesta son?”.

Este En Plural de hoy contiene muchas interrogan­tes que en verdad son propuestas insinuante­s que pretenden hacerse respuestas.

Si mis lectores las aprueban, insistirem­os en un aprendizaj­e veraz de nuestra historia, y en un reverdecer de veneracion­es y emulacione­s a quienes, como los mártires del 14 de Junio, dieron sus vidas por una patria libre, por una vida mejor para los demás.

No soy poeta, pero escribí versos cuando la indignació­n o el amor me los dictaron.

Con uno de esos, cierro mi En Plural de este sábado:

“¡Qué tarde, que olvidada teníamos la vergüenza!

Solo su muerte pudo levantar las banderas”...

Como no he arriado mi estandarte de esperanza, ese que me dejaron los expedicion­arios el 14 de junio hace 59 años, sigue flotando.

Que su recuerdo sea compromiso, sobre todo para las nuevas generacion­es. ¡Ellos eran tan jóvenes, merecen ser semillas!

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