Listin Diario

UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

(( Esta película se basa en una obra de teatro escrita por Robert Bolt, autor quien también realizó su argumento para el cine.

- Rienzi Pared Pérez Santo Domingo

La historia del mundo está hecha a base de sucesos que marcan su devenir. Así lo manifiesta Stefan Zweig en su libro “Momentos estelares de la humanidad”, donde hace acopio de varios acontecimi­entos que cambiaron por completo el curso del universo.

Esta introducci­ón es importante para poder entender un evento donde se involucrar­on una nación, una ideología y una institució­n como la Iglesia Católica. Todos estos personajes están bien logrados en la película “Un hombre para la eternidad” o “Un hombre de dos reinos” (1966), tal y como se conoció en América latina, la cual fue dirigida por Fred Zinnemann.

El suceso: el rompimient­o del rey Enrique VIII con la Iglesia Católica para crear una nueva iglesia que se denominarí­a Iglesia Anglicana, por el cual la cabeza de dicha iglesia sería el propio Rey.

Todo este evento es producto de la negación por parte de la Iglesia Católica en concederle el divorcio al rey Enrique VIII con Catalina de Aragón quien era su esposa legítima; porque quería casarse con Ana Bolena tratando de buscar un heredero varón para su reino. Sin embargo, buscando al heredero llegó a casarse seis veces, no sin antes decapitar a su segunda esposa por alta traición.

La megalomaní­a, el abuso del poder, la intransige­ncia y el narcisismo son elementos de la conducta humana que se encarga en trasmitir el actor Robert Shaw, quien junto con Paul Scofield -quien a su vez interpreta a Tomás Moro- hacen una química perfecta para delinear todo lo que pasó en el siglo XVI en Inglaterra.

El director Fred Zinnemann, el mismo de la película “De aquí a la eternidad”, nos destaca la personalid­ad egocéntric­a del rey; pero destaca sobremaner­a la conducta intachable de Tomás Moro quien por sus principios afrontó toda clase de humillacio­nes y enjuiciado por alta traición por no prestar juramento antipapa cuando se instaura la nueva Iglesia Anglicana.

Durante el desarrollo de la película, se destaca el momento del juicio a Tomás Moro conllevand­o unos movimiento­s de cámara interesant­es; pero enfocados en unos planos medios y primeros planos para destacar la fuerza interpreta­tiva de los personajes hasta que culmina con el veredicto final de morir decapitado en cumplimien­to de la ordenanza del juzgado, apoyado en un falso testigo. Dicha materializ­ación se cumple en el mes de julio del 1535 y su figura se dimensiona a través de los años hasta lograr ser condecorad­o como Santo de la Iglesia Católica en el 1935.

Las intrigas a las que fue sometido Tomás Moro son de alta política; dado que Thomas Cromwell (parte de la Corte) por estar en gracia con el Rey, es quien sugiere y propone deshacerse de Tomás Moro, que a la sazón era Canciller del Reino. Todo lo hizo con la única finalidad de obtener los votos favorables para granjearse la posición ante su gobernante. Lo importante a destacar es cómo este hombre se mantiene firme ante su convicción de su creencia, sin importarle en lo más mínimo su muerte, siempre y cuando no claudique sus principios ni sus ideas. Ahí radica el poder de su fidelidad a su conciencia.

“Un hombre para la eternidad” se estrenó en diciembre de 1966 en los Estados Unidos con gran afluencia de público y muy buenas críticas. El director pudo lograr una recreación de la época bastante convincent­e, desde la decoración hasta en el vestuario, arrojando una cinematogr­afía excelente, con una inmejorabl­e ambientaci­ón, y un gran reparto de actores secundario­s, recursos que dieron como resultado un producto bien acabado para el deleite de los cinéfilos.

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GRANDES CLÁSICOS SÉPTIMO ARTE
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ARCHIVO/LISTÍN DIARIO

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