PROTECCIÓN PARA LA CIUDAD COLONIAL
El espeluznante e indignante asesinato de la señora Anneris Peña, dentro de su trabajo, en una joyería de la calle El Conde, ha destapado las innumerables fechorías que a menudo se cometen en la Ciudad Colonial, acentuando su estado de inseguridad para comerciantes y visitantes.
La razón por la que se ha entronizado este estado de inseguridad y desprotección es la insuficiencia de agentes para vigilar y actuar contra la delincuencia, según admiten residentes en esa zona.
Asesinatos, atracos y frecuentes grescas nocturnas entre jóvenes que salen de discotecas o bares, se unen a la creciente intrusión de personas indigentes que han copado algunas de las calles que conducen a los lugares turísticos de la zona. La suciedad y el panorama deprimente de decenas de desamparados durmiendo en zaguanes y aceras están dañando el perfil de zona atractiva que el Estado ha fomentado con fuertes inversiones públicas y privadas, para remodelar edificios, cuidar los patrimonios históricos y religiosos, y hermosear sus vías. No podemos permitir que por culpa de vándalos que actúan a sus anchas y sin consecuencias y por otras razones, que conducen a la arrabalización, la Ciudad Colonial pierda su esencia y el ambiente de hospitalidad que está llamado a ofrecer a sus visitantes, sean dominicanos o extranjeros. Sus comerciantes merecen más protección de las distintas policías que concurren allí con sus servicios, como la Nacional, la Municipal y la Turística, que al parecer no cuentan con suficientes agentes y equipos para garantizar la seguridad ciudadana. El problema debe abordarse en todas sus variantes, sin pérdida de tiempo. Es preciso poner en marcha un plan para desalojar a los indigentes y a los delincuentes y establecer algunas restricciones para detener el progresivo descalabro del perfil turístico que se le ha pretendido impregnar a base de costosos programas de readecuación de inmuebles y de sus vías principales. Hay que multiplicar el número de agentes y unidades equipadas para la vigilancia y el control de estos desafueros delictivos y devolverle así a la Ciudad Colonial el esplendor que le cabe como un Patrimonio Histórico de la Humanidad.