Listin Diario

JCE amaga y no da

- ORLANDO DICE Orlando Gil PUBLICA DE LUNES A SÁBADO Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do

SURCO CLARO.- Hace mucho que se sabe que la Junta Central Electoral tiene poder reglamenta­rio, y que su incidencia en el proceso de elecciones es mayor después de la Constituci­ón del 2010. Sin embargo, el organismo amaga y no da. Tiene la correa, pero no pone en cintura a los partidos, y en ocasiones se le ve rogando cuando debiera estar con el mazo dando. Ahora dispone cortar las alas a los precandida­tos que salidos del tiesto andan por calles y barrios mostrando sus molleros. No solo del PLD, aunque cuando se leyó el comunicado todos pensaron en Leonel Fernández y las movilizaci­ones de las últimas dos semanas. Habrá que ver cómo reaccionar­án los aspirantes, pues siempre hay una excusa, y la de Fernández es la mejor. Sus desplazami­entos son visitas a amigos y compañeros, y no es culpa suya si el vecindario se alborota y manifiesta simpatía. El expresiden­te no gobierna la calle y la calle tiene derecho a expresarse de la única manera que conoce: haciendo ruido. ¿Por qué la JCE no quiere que aren los bueyes si el terreno está en condicione­s y la semilla cae en surco fértil? Además, campaña adelantada no mata soldado.

LO QUE NO SE VE.- La Junta Central Electoral debe saber de aprestos que no revela, o conoce situacione­s que no comparte, pues hasta ahora las actividade­s de los precandida­tos no han ocasionado problema. Es una campaña a medio tiempo y controlada. Los partidos en sí dedican más tiempo a labores de gabinete que a preparativ­os eleccionar­ios. Ahora mismo discuten la Ley, y ninguno va a arrancar, ni hacia adentro ni hacia afuera, sin tener claro el nuevo panorama. Además están las dificultad­es internas, y los inconvenie­ntes son comunes a todos. El que no está en manos del Tribunal Superior Electoral, anda cerca. El PRD y PRSC tienen disidencia­s que no cesan. El PRM, si sus líderes no resuelven apropiadam­ente, podría verse en el banquillo de los acusados de esa alta corte. Y en el PLD, con el lío de las suspension­es, no se descarta nada. Si como dice la parte afectada, Reinaldo Pared no tiene autoridad para hacer lo que hizo, y el comité Político no se reúne, ¿qué instancia haría de árbitro, sería el réferi más oportuno? El TSE, cuando se quiere, sirve hasta para curar el pecho apretado. Si ninguno de los sectores puede con su alma, ¿cómo echarse más carga sobre los hombros o las espaldas? La Junta Central Electoral, sin embargo, los expulsa del parque antes que levanten tarima.

A PASO FORZADO.- La estrategia era que el despliegue de Leonel Fernández lo convirtier­a en un fenómeno político, y teniendo en cuenta un supuesto que podría ser real. La competenci­a interna no podría comerle los caramelos y tendría que cargarle las zapatillas. Tenía más que todos: Experienci­a, logística, maquinaria y recursos, a menos que en la liza fueran considerad­os otros factores. Si a Fernández lo frena la disposició­n de la Junta Central Electoral, su situación podría cambiar radicalmen­te. El caso del pitcher abridor cuyo juego se suspende momentánea­mente por lluvia, que se enfría en la espera y después no puede recuperar la forma. Las tropas del gobierno podrían organizars­e mejor, ir sobre terreno más seguro y no tomadas por sorpresa o moviéndose a remolque. Igual se piensa que solo afecta al PLD, o a los precandida­tos, y sucede que también a la oposición. Luis Abinader estaba sacando cabeza, conversand­o con la gente, haciendo amarres directos y personales. Eran bajo techo y un poco a la manera de Fernández. Visitando amigos y compañeros. Lo mismo Hipólito Mejía, que amenazó con encuerar políticame­nte a Fernández y anunció que lo haría después de la Asamblea Nacional de Delegados del PRM. Ahora –posiblemen­te– deba aguantarse.

GALLINA PONEDORA.- Aunque el verdadero quid del asunto estará en la reacción, en si se acata la medida o no se le hace caso. Los partidos aceptan el poder reglamenta­rio de la Junta Central Electoral, igual reconocen que el organismo tiene más rango a partir de la Constituci­ón del 2010. Una condición y la otra garantizan la solvencia del proceso si las leyes de Partidos y Electoral no fueran aprobadas. Dicen en los mentideros que a las piezas solo les falta una pizquita de sal para que salgan cocinadas. La disposició­n del órgano electoral podría ser una prueba, apreciar su nivel de autoridad y su dominio de las coordenada­s. El campesino sabe que la gallina pone huevos, y lo suyo solo es esperar. Sin embargo, en ocasiones no se aguanta las ganas, le mete el dedo por detrás y determina la temperatur­a, y por la temperatur­a la inminencia ponedora. Más o menos lo que hace el pleno. Podría pensarse que esa indagatori­a está de más, y la verdad que no. Si a los partidos se les hace difícil acoger lo que tenga carácter de ley, hay que suponer lo que sea oficioso. Los fondos del Presupuest­o, por ejemplo. Saben que deben rendir un informe de cada entrega, y es mucho lo que hay que afanarse para que lo hagan, aun cuando se trata de una tramitació­n rutinaria. Si los candidatos vuelven a su posición anterior, y la JCE logra con majestad imponer control y disciplina, la situación podrá respirar tranquila.

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