La mala junta trae problemas
La Junta Central Electoral se embarcó en legislar creando una rutina nueva en el accionar político nacional y ha puesto la institución en una situación polémica. Se alega la ausencia legal para imponer un texto supuestamente enviado por trasmano desde el Palacio Nacional.
La disposición no se cumplió. Todos los aspirantes, excepto Leonel y quizá por encontrarse en el extranjero, siguieron con su tren de pelea. Las labores de proselitismo siguen su agitado curso. La disposición de la JCE evi- dentemente que coarta las libertades al limitar las actividades de los aspirantes presidenciales. Esa normativa dimana, se dice, de los vínculos palaciegos con alguien de la Junta. Es, al parecer una mala junta porque coloca al alto organismo en una posición encontrada. Además, la forma en que actuaron los políticos insertos en la prohibición muestra que no le hicieron caso.
Otro de los elementos negativos de la prohibición de la JCE es que limita a los aspirantes presidenciales, pero no lo hace con Danilo Medina que hace campaña reeleccionista con los recursos del Estado. Semanalmente hace encuentros programados donde actúa como un “orobotokilo”, (que reparte oro espléndidamente) tal como si el dinero fuera de su propiedad. Es una injusta forma de actuar. No es raro que Hipólito Mejía concuerde con la imposición.
El fin de semana pasado observé en la Autovía del Coral vallas de un desconocido que aspira a la presidencia. El señor Domingo Alcántara, el dueño de la Farmacia Maxim, es, según me informaron, un empresario que gusta la política. Otro ciudadano que no podría darse a conocer si tiene limitaciones de origen. Es imposible que tres meses antes de las elecciones se inicie la competencia. No hay igualdad. Esas personas que se asientan en partidos pequeños tienen menores posibilidades de hacer crecer sus nombres frente al electorado.
Y si además la JCE se convierte en un congreso que limita las libertades de expresión y reunión, las aspiraciones se quedan en eso.
Entiendo que la normativa se asienta, y como todas las mentiras, parte de una verdad, de una justa razón. El exceso de campaña política agota y afea. Es válido ejercer un tiempo de caza, pero no imponer prisión preventiva o reclusión en los hogares para los aspirantes a cargos electivos.
El momento es bueno para que la JCE se reúna con los dirigentes políticos y tracen lo futuro con justicia.