La familia Island
Era finales de los 80 cuando viajé por tercera vez a Puerto Rico, visitando a esta maravillosa familia en Río Piedras. Primero conocí a Luis Island, el que inició la emigración desde La Romana y el que se preocupó para que 12 de sus hermanos y su madre se establecieran en esa isla. Doña Asunción, cabeza de la familia, fue una encantadora mujer, lamentando su fallecimiento en Houston, Texas, hace cinco años, en donde residen tres de sus hijos. Siempre viajaba cuando no tenía compromisos, para recibir su calor familiar. El año pasado visité a Luis y a Lucía en Puerto Rico, cuando impartí un taller de folklore. A Luisa Island Camacho jamás la volví a ver, hasta que nos encontramos en Jet Set en el 2016, junto a Arelis, su hermana más pequeña, las que residen en Washington DC, hace más de 20 años. Verlas a ellas fue un reencuentro que se renovó con mi visita la semana pasada a Maryland pasándome cuatro días en su hogar, llenos de alegría y recuerdo de su casa en Puerto Rico. En Maryland también reside Eduardo Island, propietario del restaurante Cazabe, que no solo sirven nuestra bandera dominicana sino la comida internacional. Sus visitantes, de diferentes nacionalidades, la mayoría de Centroamérica y el Caribe, al igual que sus empleados, reflejan la multiculturalidad. Me pasé el mayor tiempo con Luisa, su esposo Eriche Camacho, su nieto Masalla y dos de sus hijas, Shantal y Sharon Camacho y con Arelis, sus hijos Janmichael y Christofer (DJ Lil Chris). Pues les comento que estas dos hermanas siempre han puesto nuestro país en alto proyectando nuestro folklore con la música y baile, siempre preocupadas por la imagen de la Republica Dominicana. Luisa, se podría decir, es más que una líder comunitaria. Mientras estuve en su hogar escuchaba las llamadas que recibía participándole cualquier hecho, comentando o solicitándole una consulta, le han concedido reconocimientos, porque siempre ha participado en las actividades no solo de los dominicanos sino de otras naciones. Entre nosotros ¡ssssh!, ella conserva la tradición de “pasar comida” por la empaliza, cosa rara en estos tiempos y mucho más en Estados Unidos. Compartí con sus encantadores amigos María Reyes Cecala, presidenta de la Fundación Raíces, Cinthia y Ramón Scarfullery, Persia Tercero, Laura y Rafael Alcántara y Radhamés Ávila, presidente de la Fundación Los Niños de María. Me sentí como en mi casa, pero sin hacer oficios.