Vuelta a la legalidad
ASUMIR SU LEGALIDAD.-
Dale con la resolución de la Junta Central Electoral. En cada repaso aparece un elemento nuevo, un aspecto inédito. Por ejemplo, sirve para recordar a los partidos que tienen ley interna sobre los tiempos electorales, y que su incumplimiento fue lo que obligó al organismo a tomar medidas heroicas, pero necesarias. Un subproducto si se quiere. La prohibición de proselitismo a destiempo es una manera muy amena de volver a los partidos a su propia legalidad. Vale recordar que en los tiempos de Joaquín Balaguer, Juan Bosch recondujo la oposición a su gobierno denunciando sus violaciones a las leyes del sistema que el régimen asumía y debía acatar. Fue en la época una forma novedosa de hacer oposición, y en su momento se reconoció exitosa, aunque era difícil cambiar la naturaleza de una gestión que nació y se desarrolló con una especie de pecado original: el imperativo autoritario le venía dictado por la circunstancia. Al menos así se dijo o se quiso hacer creer. La situación ahora es diferente, y moralmente se acepta la iniciativa, aunque se le regatea legalidad. La legalidad la deben buscar las organizaciones en sus estatutos, que no permiten campañas de rumba abierta.
VIOLADORES IMPENITENTES.-
Los partidos se dan estatutos, pero después los echan al olvido. Basta con recordar los recursos que se elevan ante el Tribunal Superior Electoral para confirmar la situación. Ese ánimo de ilegalidad propia y continuada. ¿Cuál de los grupos políticos importantes no ha sido sentado en el banquillo de los acusados? El PLD que se creía disciplinado, autoritario, estalinista, tuvo que dar cuenta a la alta corte cuando la última selección del comité Central. Quiso alterar listas, cambiar géneros y desconocer triunfos legítimos. No pudo burlar lo que se había dispuesto por ley o establecido internamente. El PRD y el PRSC se pasarán la vida yendo y volviendo del TSE hasta que se agoten las oportunidades, no existan posibilidades, se cansen los bandos o desaparezca el objeto en disputa. Las leyes de la política, aunque no se crea, son las mismas de la naturaleza, y así como se extinguen especies, también núcleos sociales y políticos. El PRM, a pesar de su corta vida, acaba de ser llevado a la corte para que entregue actas o dé satisfacción a candidatos que no están a gusto con los resultados de la pasada convención. Compañeros que se sienten lesionados, afectados por un manejo inadecuado. Complacer a esos interesados, como debe suponerse, era parte de la legalidad del escrutinio, y sin embargo, lo que no se pudo por las buenas, hubo de lograrse por las malas.
A VUELTA DE PÁGINA.-
A la resolución de la Junta Central Electoral se le pudo haber dado vuelta de página como algo establecido y convenientemente cumplirse. Como dice el refrán: A lo hecho, pecho. Además de que los partidos tienen tareas que tal vez sean más importantes e inmediatas que la promoción de sus precandidatos. Mientras haya locales disponibles en la capital o enramadas en los campos cercanos a los pueblos, no se necesitan parques ni calles. El barrio puede seguir su vida plácida sin que lo afecte ni distraiga el ruido de la política. Sin embargo, hay personas o sectores que quieren mantener la llama viva, el tema sobre el tapete, y no porque sean muy perjudicados con la medida, sino porque quieren cortar alas al organismo, de manera que no pueda volar más alto de lo debido. Temen que de dejar las cosas así, con una JCE que se libra por su cuenta, con un poder reglamentario que interpreta a su manera, se cree una situación parecida a un gobierno de jueces. Como alerta vale, como previsión importa. Lo que no debe es satanizarse el pleno de la Junta, hacerse los infames y dar riendas sueltas a perversidades. La entereza moral es un elemento a preservar, y no se debe atacar sin motivo o con armas innobles, pues de su autoridad, incluso de su majestad, depende el proceso.
GRADOS DE FIEBRE.-
La coyuntura es más importante que la cuestión. Ahora se le reclama a la Junta Central Electoral que consulte con los partidos, y se pensaba que ese era el modus operandi. Todo sobre la base del consenso. Si no se produce la resolución, ese librarse a sí misma se hubiera mantenido y el organismo por un lado y los partidos por el otro. El órgano electoral no da respuesta a esa inquietud, pero sin duda que en la próxima ocasión actuará de común acuerdo. No se pasará de la raya. Igual se descubre ahora, y en reacción a la medida, que los tiempos de campaña no tienen un orden claro y que el poder reglamentario consignado en la Constitución no puede interpretarse según su propio interés, sino sujeto a ley. Incluso el punto podría ser considerado en la legislación en curso, sea la de Partidos o la Electoral. De eso se trataría todo, que nada ande suelto, como chivo sin ley. Ni las organizaciones políticas ni el propio organismo de elecciones. Los tropezones hacen levantar los pies, y visto el debate todos caminan de igual manera, sin cuidarse, chocando con la misma piedra, y lo peor, más de una vez. El affaire fue importante y oportuno, y conveniente, pues nadie se preocupa de la fiebre mas que cuando sube de grado y se determina que no está en la sábana, sino en el cuerpo.