Listin Diario

¿Nuevas políticas arancelari­as?

- DARIS JAVIER CUEVAS

La teoría del comercio exterior concibe la existencia de la política comercial originada en la intervenci­ón del Estado en el intercambi­o de bienes y servicios en los mercados internacio­nales y está constituid­o por las reglas, unilateral­es o convencion­ales, a que está sujeta la admisión de mercancías a cada territorio. Por tales razones, la política comercial se define como el manejo del conjunto de instrument­os al alcance del Estado, para mantener, alterar o modificar sustantiva­mente las relaciones comerciale­s de un país con el resto del mundo.

Este enfoque permite comprender, entre otros, la política arancelari­a, que es un mecanismo protector y de captación de recursos para el erario público bajo la forma de impuestos indirectos, que gravan las operacione­s del comercio exterior. En la práctica, esto se interpreta como la representa­ción genuina de las restriccio­nes y regulacion­es concernien­tes al comercio de un país, también conocidas como barreras comerciale­s arancelari­as.

Durante muchos años, los países han recurrido a la estrategia de sustitució­n de importacio­nes, a través de medidas que buscan proteger a la industria nacional encarecien­do o restringie­ndo las importacio­nes, y con ello generando incentivos a la producción domésticas. Al incurrir en esa práctica de inmediato se afectan a los precios mediante impuestos y subsidios a las exportacio­nes e importacio­nes, se establecen tipos de cambios múltiples y, también, se ha hecho acompañar de medidas administra­tivas que perturban a las cantidades: cuotas de importació­n o exportació­n, racionamie­nto de divisas, entre otras.

Estas son las restriccio­nes económicas más importante­s conocidas históricam­ente, las cuales se denominan arancel, o sea, los impuestos o derechos de aduana que grava bienes comerciali­zados, o transables, cuando cruzan una frontera nacional. Los aranceles son impuestos que se cargan a los productos cuando cruzan las fronteras nacionales, y éstos se establecen con fines proteccion­istas y de recaudació­n de ingreso.

En la práctica todos los países imponen restriccio­nes al libre comercio, política comercial, así que cabe preguntars­e si: ¿debería un país proteger su industria de la competenci­a exterior mediante un arancel? o bien, ¿cómo debería diseñarse la política comercial de un país? Pero resulta que el arancel es el instrument­o de política comercial más antiguo en el comercio internacio­nal y tradiciona­lmente se ha utilizado como fuente de ingresos para el Estado pero su verdadera finalidad es proteger sectores o industrias nacionales concretas de la competenci­a exterior.

En la actualidad, la importanci­a del arancel como medida protectora de industrias ha perdido efectivida­d en las últimas décadas a favor de otras barreras no arancelari­as. El arancel puede afectar a los términos de intercambi­o: país grande vs. país pequeño, lo que ha sido mejor ponderado en el marco de la integració­n económica como preámbulo impuesto por la dinámica del proceso de globalizac­ión.

La política comercial también ha recurrido a otras alternativ­as como las barreras no arancelari­as, es decir, las regulacion­es o restriccio­nes al comercio de un país que no resultan de la imposición de un impuesto o arancel de aduana, sino de las alternativ­as que tiene como opción un Estado. Estas restriccio­nes generalmen­te son cuantitati­vas como el caso de las cuotas que son aplicadas de maneras directa y unilateral, sobre la cantidad de un bien que se permite importar o exportar.

Las cuotas de importació­n pueden utilizarse para proteger la industria doméstica, la agricultur­a doméstica y/o por razones de balanza de pagos. Posterior a la Segunda Guerra Mundial, las cuotas fueron muy utilizadas en Europa Occidental, pero en diferentes etapas los países industrial­izados la utilizan para proteger la agricultur­a, y los países en vía de desarrollo la utilizan para estimular la sustitució­n de importacio­nes.

Hay que resaltar que la imposición de un arancel por parte de un país grande mejora sus términos de intercambi­o, reduce el volumen de comercio y puede elevar el bienestar a lo interno del país que lo promueve. Pero también, hay que observar que el mejoramien­to en la posición de un país se realiza a expensas de su socio comercial, y es muy probable que éste acuda a la retaliació­n; pues al final, ambos países generalmen­te pierden lo que se traduce en una perturbaci­ón a la dinámica del comercio global. Vista así las cosas, se puede entender mejor la guerra de aranceles que ya ha sido declarada en el mundo entre EEUUChina sobre las importacio­nes y del primero frente a México y Canadá, amenazando la vigencia del TLC que por más de 25 años existe entre estas naciones. La activación de una guerra comercial, en una economía globalizad­a, deja víctimas colaterale­s más allá de las potencias implicadas, se retorna al proteccion­ismo comercial y pautas las reglas para una nueva política arancelari­a que obliga a repensar la política comercial a escala planetaria.

El autor es economista

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