La generación que apenas comienza
Estábamos en un sitio de recreación donde padres llevan sus hijos a disfrutar de una piscina natural, que adornada por un ambiente hermoso se convierte en un paraíso para pasar un buen rato. El escenario parecía perfecto para compartir en familia y eso hacíamos, hasta que de pronto la música comenzó a pudrir las papas. Palabrotas increíbles que los niños tarareaban, se desprendieron de esas grotescas canciones, que eran también seguidas por algunos padres, que a su vez se contoneaban con la pegajosidad que las hace contagiosas. Y no son temas que provienen de artistas de poca monta, sino por el contrario de esos que ponemos en la cima, como Ozuna por ejemplo, que está muy aplaudido aquí en estos días. Que hubiera alcohol en cada mesa no es nada extraño porque ya es parte de la cultura del dominicano disfrutar cualquier actividad con el traguito, pero la tapa del pomo la pusieron los que sentados a nuestro lado fumaban ‘huka’ encima de sus tres niños y sin importar la privacidad del vecino. Sin temor a ser confrontada llamé la atención al fortuito vecino sobre el humo que invadía, y tuve la dicha de que me hizo caso, que no es un caso común y no lo recomiendo, para que nuestra tarde terminara en paz. Como me gusta observar la conducta, noté los distintos cortes de pelo que llevaban algunos pequeños, y uno de ellos llevaba su cabeza casi rasurada con su moño arriba, algo así como Mozart la Para, decisión de los padres que respeto, pero no comparto. Creo que desgraciadamente estamos formando una juventud que a lo mejor solo le importará un buen celular, una música pop, y mucho dinero para vivir la vida con la felicidad que aparentemente dan los bienes materiales. ¡Que Dios proteja del vacío existencial a la generación que apenas comienza a formarse!