¿Para qué sirve la ética?
Hace unos días conversaba con un amigo sobre la importancia de conducirse por el camino del “bien hacer”. Le planteaba que en la actualidad hay tanta información que es difícil mantener algo oculto, es decir, que todo se sabe. Luego del diálogo, algo quedó en mi cabeza: “¿Hay que hacer el bien por temor a ser descubiertos? o ¿hay que hacer lo correcto porque simplemente es lo correcto sin importar el resultado? Tuve que hacer una reflexión más profunda, y recordé al filósofo y pensador Kant, que consideraba que lo que rige la ley moral es la buena voluntad. Es decir, si un individuo actúa por temor a ser castigado, sus acciones no son morales, a diferencia de cuando existe la intención de hacer lo correcto.
No pude evitar ir más lejos, y preguntarme, entonces: ¿Para qué existe la ética? Si partimos de lo que Kant dice, entonces la ética va más allá de cumplir las normas o andar por el “librito”. Tiene que tener otros componentes, pienso que el de la compasión y la justicia. Concluí que mi ética tiene que ver con el otro, con las demás personas, que no hay forma del bien hacer si no soy empatía con los que me rodean. Porque a veces pensamos que hacemos lo correcto según nuestro sistema de creencias y valores morales, sin saber cómo afectamos a los demás. Pienso que, si la ética no se enfoca en “el otro”, ese que no soy yo no tiene valor de ser. Normalmente tenemos concepciones erradas de lo que es la ética. Un estudio realizado por el sociólogo Raymond Baumhart interrogaba a las personas sobre el significado del término “ética”. Entre las respuestas figuraban las siguientes: “La ética tiene que ver con lo que mis sentimientos me dicen que está bien o mal”. “La ética tiene que ver con mis creencias religiosas”. “La ética es un conjunto de comportamientos aceptados por nuestra sociedad”. Sin embargo, Baumhart explica que la ética no puede depender de los sentimientos, puesto que, con frecuencia, los sentimientos y las emociones se desvían de lo que es ético. Del mismo modo, no debe depender de la religión a pesar de que la mayoría de las religiones se basan en valores éticos, puesto que esto querría decir que la ética no atañe a los ateos. Por último, no es una convención social, puesto que, en ocasiones, lo que la mayoría de las personas piensan puede ser incorrecto.
Tenemos que reconocer que lejos de juzgar, y pensar que nuestro sistema de valor está por encima de los demás, el conocimiento de los principios éticos nos debe llevar a sopesar las distintas opciones que tenemos ante una situación, y escoger la más acertada. Adela Cortina, catedrática española, afirma que la ética nos ayuda a tener la inteligencia suficiente para saber que hay que optar por la cooperación y no por el conflicto. Para saber dar y recibir, para cooperar y saber en qué situaciones hacerlo, es decir buscar el bien en todo lo que hagamos.
En fin, Fernando Savater lo resume en tres virtudes: coraje para vivir, generosidad para convivir y prudencia para sobrevivir.