((DESARROLLO
esos terrenos y de las facilidades que tendrán. No se está tomando ninguna decisión individual y el tiempo dirá los beneficios que les dejará a ellos, a la región y a todo el país por la importancia del proyecto”, aseguró Fernández.
Agregó que las tierras donde serán asentados los productores ya están siendo desmontadas, acondicionadas y se les construyen los canales que les mantendrán agua permanente para que los campesinos cultiven los productos que deseen y que les garanticen la subsistencia.
Los residentes en Los Güiros, La Meseta, Monte Grande y San Simón afirman que su principal deseo es que los trabajos de la presa no se detengan y que las promesas que han hecho las autoridades se cumplan, porque si eso sucede tendrán un cambio radical en sus vidas.
“Las cosas parecen ir de mejor en mejor. La obra no se ha detenido y trabajan día y noche. Además, los compromisos asumidos por el director del Indrhi y las autoridades han sido firmes”, asegura con la mirada puesta en las profundidades del Yaque del Sur.
Sobre las dudas de los campesinos, Olgo Fernández explicó que estos pueden estar tranquilos, porque esa situación está resuelta y ha sido consultada y tratada con los involucrados en el proyecto.
Las tierras donde los campesinos de Monte Grande, Los Güiros, San Simón y La Meseta serán ubicados son unas 12,000 tareas de excelente calidad y están ubicadas al otro lado del río. “Dicho así, al otro lado del río parecería que estábamos alejando a los productores de sus tierras, pero no es así. Esos terrenos están entre Vuelta Grande y Honduras. Se les construirá un puente que unirá el poblado Nuevo Monte Grande con las tierras, y es un trayecto muy corto”, aseguró el funcionario. Garantiza que no estarán más en peligro, porque el poblado está ubicado en una zona que “en ningún momento sus vidas estarán en riesgo por la crecida del río o desbordamiento de la presa”.
Los residentes en Monte Grande manifestaron su esperanza y confianza de que lo prometido por el director del Indrhi sea tal como él lo anunció.
Aunque allí han vivido toda la vida y no tenían planes de salir del lugar, después que se realizaron estudios del área y se anunció la construcción de la obra, la espera del traslado comienza a desesperar, porque no pueden echar más raíces en ese lugar, debido a que saben que su salida se producirá de un momento a otro.
La reubicación, aunque tendrá un mayor impacto en Monte Grande, provocará el desplazamiento de otras pequeñas comunidades para dar paso a la construcción del importante proyecto que regularía las avenidas de las aguas cada temporada ciclónica, generará electricidad, incorporará miles de tareas a la producción, proporcionará agua para el consumo y el regadío.
Confesor Vargas y Alfredo Fabián Florián, directivos del Comité para la Defensa y el Desarrollo de la Comunidad de Monte Grande, observan que la marcha del proceso de reubicación está “un poco lenta”, aunque admiten que hay momentos que la cosa se anima, pero de repente se paraliza y desean que no se detenga nunca más.
Los residentes en Monte Grande aseguran que no harán nada para que se detenga el proyecto, pero esperan que se actúe con justicia en su caso.
Nelly Torres Montilla, miembro de la comunidad eclesial, dice que el traslado de todas las familias surte un impacto negativo entre quienes llevan décadas residiendo en el lugar y se ven forzados a iniciar una nueva vida en zonas distintas, tienen confianza en que el cambio, en esta ocasión sea para un cambio positivo de sus vidas. La diócesis de Barahona, a través de la Pastoral Social, se involucra con la comunidad para que el impacto de movilización sea menos traumático, se proteja el medio ambiente y, sobre todo, que el lugar en donde sean ubicadas las familias, sea digno y garantice los servicios adecuados para vivir con decencia.